Estamos en medio de “muchas
crisis” por todos lados. Las crisis se incrementan a medida que pasa el tiempo.
Lo que hoy creíamos que era así, de la noche a la mañana desaparece como nada.
La gente vaga por todas partes en diversas quejas, algunas con sentido, otras
sin sentido. De queja en queja se la pasan demostrando su miedo e incapacidad
por no actuar o por no salir de su colchón de confort. Una pregunta sería ¿Qué me enseña esta crisis?
A nadie le gusta atravesar
una crisis. Quiere que todo sea lo que su imaginación le depara. Pero las cosas
no son así, las cosas van cambiando con el paso del tiempo, para bien o para
mal. Esperamos que sea de malo a bueno y de bueno a lo muy bueno.
La
crisis es considerada por la gran mayoría como algo malo. También la crisis es
considerada la evolución del alma. La crisis es salir de tu zona de confort, a
levantarse a lo nuevo. Crisis en sánscrito significa: CRECER. Sí, pero crecer
para lo bueno, lo agradable, lo constructivo, lo productivo. Todo va depender
de usted. La crisis hace que las cosas sean diferentes. En la crisis se conjuga
lo bueno y lo malo como parte de un todo. Una persona crece sin darse cuenta.
Cuando menos se espera se crece de tamaño y hasta de posición. Esa conjunción
son dos caras de la misma moneda y muchas pasan desapercibidas. A mayor crisis
grande es el crecimiento.
Sin embargo, aunque parezca
contraproducente las crisis son oportunidades aunque usted no lo crea. Las
crisis son para reflexionar y tomar nuevas alternativas. Los pesimistas ven el
vaso medio vacío. Los optimistas ven el vaso medio lleno. Pero un emprendedor va en busca
de más agua. Nada ha cambiado excepto mi actitud, por eso todo ha cambiado. A
veces un gran cambio es una gran oportunidad. Las lecciones que se regresan son
porque no las has aprendido. Cambia tú y todo será cambiado.
La
resiliencia es la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida,
transformar el dolor en fuerza motora para superarse y salir fortalecidos de
ellas. Una persona resiliente comprende que es el arquitecto de su propia
alegría y de su propio destino.
La Resiliencia es eso
precisamente, es afrontar una crisis del tamaño que sea y poder decidir cómo contraponerla
siempre en positivo aunque todo parezca que no sea así. La resiliencia en
términos bíblicos es una persona llena de fe,
esperanza y amor. La resiliencia cambia todo o lo transforma todo. No se
conforma con un pasado que ya no volverá. La resiliencia no solo cambia,
despierta.
Hay dos días que no se puede
hacer nada, ayer y mañana. Por eso es ahora la hora del cambio. Por favor no
cambiemos mañana o pasado mañana, es aquí y ahora. Es el motor de ver la crisis
y revertirla a favor de uno mismo y para el beneficio de los demás
resilientemente.
Puede que su crisis sea de
una enfermedad. El cuerpo se enferma nos guste o no. Puede que pierda su
empleo. Eso pasa mucho. Puede que gane dinero y no le alcance para nada. Eso es
algo que a nadie le gusta.
El ser una persona
resiliente es un ente de cambio. Es una persona que cambia a favor no en
contra. Suma y no resta, multiplica y no divide. Es encontrarse con uno mismo y
sacar fuerzas de flaquezas y conseguir lo bueno, lo agradable, lo necesario. Es
una persona que depende de sus talentos, habilidades y destrezas.
Se mira a sí mismo y
encuentra razones para emprender, arriesgar y sobresale contra viento y marea.
No le echa la culpa a nadie. Es como el
marinero que ve la mar tempestuosa y se prepara para enfrentarla con valentía y
coraje mostrando de qué está hecho.
La
actitud del que es resiliente es el de una persona alegre, sonriente y un gran
ayudador. La paz interior se refleja en una persona resiliente. La paz exterior
también se refleja en una persona resiliente. Reconoce la dificultad, la
detecta y saca sus conclusiones pero con soluciones renovadoras que transforma
todo lo que tenga que ser transformado.
La crisis y la resiliencia
son dos caras de la misma moneda. La crisis invita a la resiliencia y la resiliencia
viene de una crisis. Felices las personas resiliente de la crisis. La espina de
hoy será la flor de mañana. La oruga de hoy será la mariposa de mañana.
Felices aquellas personas
que no se dejen confundir por las noticias del desastre y la calamidad. Las
noticias son solo eso noticias, no son ni buenas ni malas va depender cómo las
veas. Seamos portadores de buenas noticias puesto que ya hay muchas malas
noticias. Seamos portadores de buenas nuevas del evangelio de Jesús: ‘Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados, y yo os haré descansar. Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallareis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi
carga’ (Mateo 11: 28, 29, 30 RV1960).
En esto pensad.
JAIRO OBREGÓN
27/04/2018
San Francisco, Zulia,
Venezuela.
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