Pedimos disculpas por la tardanza de la entrega de esta Reflexión...
Esta es una Reflexión totalmente distinta a la tónica
de varias semanas, que posteriormente seguiremos desarrollando en próximas
entregas. A esta hora de la noche del lunes 15 de los corrientes, estamos
prácticamente llegando de un viaje misionero—educativo de nuestra fundación con
nuestros hermanos indígenas Yukpa de la Sierra de Perijá, al occidente
venezolano, colindando con la hermana República de Colombia.
La
llegada fue de suma emoción al ver como sus rostros se llenaron de alegría por
tener la dicha de volvernos a ver. A esa comunidad teníamos tiempo sin poder ir
hasta ellos por esas mismas contradicciones que van desde la salud hasta los
compromisos de agenda. Es grato saber cómo a pesar del tiempo podemos tener el
gozo de que este tipo de re—encuentro es provechoso y necesario en el quehacer
de misión hacia un cambio de paradigma de la metodología a la que nos
confinaron: la inculturación hacia la aculturación cómo modelo de dominación he
tero religiosa.
Salimos
para la Sierra, cuatro personas, tres de la familia Obregón, Vilma (Mama-che en
Yukpa) Janeth Barreto mi Esposa y un hermano invitado Nervis Colina y un
hermano llamado Jaime que fue nuestro conductor, además quien les escribe. Aun
cuando fue un viaje breve por los compromisos adquiridos, pudimos compartir
juntos con los hermanos de la comunidad de Tayaya y su cacique Ángel Nicra, el
comisario de la comunidad del Tokuko Luis Nicra (hijo del cacique) como máximas
autoridades de la región.
Todavía
tenemos viva la impresión de ver a niños y niñas, jóvenes y adultos que se
acercaban a acompañarnos en el mover que Dios coloca para ver en los pobres el
anuncio del evangelio liberador—salvador. Y es que la obra misionera debe tener
una relectura de su esquema fundante de sobre espiritualizarlo todo y con todos,
por la carga “misionerista” de poseerlos y dominarlos hasta reducirlo a nada,
donde el amor de Dios se hunde en el “dogmatismo” feudal y el “pragmatismo”
post moderno o del consumismo despiadado. A ese tipo de proceso ya desgastado y
mal interpretado de la misiologia es un cuestionanamiento de re—pensar.
La
misión de Jesús en su evangelio fue y será el amor a Dios Padre y al prójimo
(hermano/a) como así mismo[1];
asimismo como de Pablo apóstol que su evangelio fue y es la de la libertad de “la
ley”[2],
“la culpa” y del “sacrificio”[3]…Y
es que: Nosotros “somos” sí “ellos” son o existen. No es que están “perdidos”
como tal, es que son nuestro prójimo necesitado de amor y libertad. Es preciso
reflexionar en una misión histórica de liberación y un destino eterno de
salvación. Ambos criterios son yuxtapuestos. Esto significa un análisis
concienzudo de qué tipo de misión comunico a los demás, que son distintos por
las escaramuzas, y que no se equipara al estándar religioso “denominista”
reinante.
Volviendo
al viaje de misión tuvimos la experiencia de conocer la nueva parte de la
comunidad de Peraya subiendo sierra arriba, la lluvia había sido intensa y los
caminos de arena y piedra estaban mezclado con barro, donde la botas de hule
son el recurso seguro para subir y bajar en medio de la humedad. Al final de la
senda conocimos al cacique Mario Micara de dicha comunidad donde hablamos de la
necesidad de intercambiar conocimientos y experiencias en una dialogización de
la cultura con el evangelio.
Desde
luego, sería ingenuo pensar que somos los únicos que hacen misión en el mundo.
Hacemos un reconocimiento a muchísimos misioneros y misioneras que se dedican
con gran esfuerzo por todo el mundo en predicar el evangelio aun a costa de su
propia vida, con mucho sudor y lagrimas. Las biografías desde los clásicos
misioneros hasta los contemporáneos y vivenciales pueden ayudar a muchos más
que deseen ser de instrumentos de prójimo en las manos de Dios.
Desde
aquí, hacemos un buen reconocimiento a la labor que ha venido desarrollando los
misioneros Eliott y Jhoana Ocasio en la atención social y espiritual que
desempeñan. Dejamos en buenas manos a la comunidad de Tayaya y el Tokuko cuando
tuvimos un cambio en la estrategia de la misión hace varios años.
Estando
compartiendo en ese dialogo de la cultura con el evangelio el cacique Nicra
antes descrito, nos relato un corto cuento indígena del diluvio con unos
caracteres míticos propio de la antropología de la misión que compartiremos en
otras entregas.
“Los Yukpa son un pueblo amerindio que vive en la Serranía de Perijá, a
ambos lados de la frontera entre Colombia y Venezuela y habla un idioma de la rama norte de
la familia lingüística Caribe.
Los colonos los denominaban motilones 'cabezas
rapadas', aunque dicho nombre es ambiguo y fue aplicado también a otros
pueblos, como los Barí, de origen
chibcha. También se les ha conocido con los nombres de chaques, macoitas e
irokas.
Según Carriage, el étimo de la palabra «yukpa» se compone de
tres morfemas: y-kʉ-pa, en donde el prefijo y- ("su") se usa como posesivo en sustantivo
síntimos, el morfema kʉ, que indica macho, y el
sufijo -pa, que expresa género más humano.
El antiguo territorio de los Yukpa se extendía desde el
valle del río Cesar hasta el lago de Maracaibo. Los suelos de sus
tierras fueron reducidos por la práctica de la minería industrial, lo que
ocasionó durante el siglo XX fenómenos de desnutrición aguda masiva, que provocaron múltiples
casos de enanismo, que ya no se presentan al estar recibiendo las comunidades
ayuda alimenticia estatal. Sin embargo, el territorio Yukpa sigue amenazado por
la explotación de carbón y por la colonización para la siembra de coca y
otros cultivos ilegales.
En la actualidad
habitan en el Estado Zulia (noroccidente de Venezuela), y en el
departamento del Cesar (nororiente de Colombia). Están
ubicados entre los meridianos 9°40′N 73°00′O y 10°35′N 72°30′O. Por el sur llegan hasta
la localidad de Becerril (en Colombia) y hasta el río Tukuko
(en Venezuela); por el norte, la población se extiende hasta el río Chiriamo y
la población de San José de oriente en la llamada Serranía de Valledupar (en
Colombia), y hasta los afluentes del río
Apón (en Venezuela).
En Venezuela, la mayoría de las comunidades se encuentran
establecidas en el piedemonte de
la Sierra de Perijá, a una altitud de entre los 150 hasta los 1.300msnm.
En Colombia, se ubican en las partes más altas de la serranía, hasta los 1.900 msnm.”[4]
¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que
trae alegres nuevas, del que publica la paz, del
que trae nuevas del bien, del que publica salud…! Isaías 52:7 (Sagradas
Escrituras 1569)
En esto pensad.
JAIRO OBREGÓN
FUNDACIÓN MISIONERA OBREGÓN
Twitter:
@obregonjairo
Facebook:
Fundaobregon Obregon
2012-10-15 horas: 10pm. San Francisco, Venezuela.