Leyendo, y re—leyendo los
contenidos bíblicos, teológicos y contractuales hemos encontrado con una serie
de posturas que deben revisarse y atendidas en el devenir de los tiempos. Tales
figuras son antiquísimas y en el escenario actual su construcción a la que fue
propuesta. Me refiero a la llamada “Semana Mayor” o “Semana Santa” que la
tradición cristiana le dio concreción.
“En
efecto, muchos de nuestros comentarios bíblicos al uso, todo ese conjunto de
conceptos e imágenes que se manejan en las homilías, pareciera que se mueve en
<<otro mundo>>, un mundo propio de referencias bíblicas
intrasistémicas, que funcionan con una lógica particular diferente, y que están
de antemano inmunizadas contra toda crítica, porque, en ese ambiente
bíblico—litúrgico al que están destinados, en las homilías, los <<fieles>>
deben recibirlo todo sin chistar, sin siquiera preguntar, y, mejor aún, sin
espíritu crítico y <<con mucha fe>>. Quienes tenemos una fe más o
menos crítica, una fe que no quiere dejar de ser de personas de hoy y de la
calle, nos preguntamos: ¿es posible celebrar la semana santa de otra manera?
¿Así como buscamos <<otra forma de creer>>, hay <<otra forma
de acoger y celebrar la semana santa>>?
Veamos. Comencemos preguntándonos: ¿Qué
sienten, qué sentimos, ante la semana santa, muchas personas hoy?
Muchos creyentes adultos (trabajadores,
profesionales de las más variadas ramas, y también intelectuales o simples
personas cultas) se sienten mal cuando, en semana santa, por la especial
significación de estos días, o por acompañar a la familia –y con el recuerdo de
una infancia y juventud tal vez religiosa-, entran en una iglesia, captan el
ambiente, y escuchan la predicación. Se sienten de pronto sumergidos de nuevo
en aquel mundo de conceptos, símbolos, referencias bíblicas… que elaboraban un
mensaje sobre la base de una creencia central que fuera del templo uno nunca se
encuentra en ningún otro dominio de la vida: la <<Redención>>.
Estamos en una semana santa, y lo que celebramos –así perciben en el templo- es
el gran misterio de todos los tiempos, lo más importante que ha ocurrido desde
que el mundo es mundo: la Redención. El <<hombre>> fue creado por
Dios (sólo en segundo término la mujer, según la Biblia), pero ésta, la mujer,
convenció al varón para que comieran juntos una fruta prohibida por Dios.
Aquello fue la debacle del plan de Dios, que se vino abajo, se interrumpió, y
hubo de ser sustituido por un nuevo plan, el plan de la Redención, para redimir
al ser humano que está en <<desgracia de Dios>> desde la comisión
de aquel <<pecado original>>, debido a la infinita ofensa que dicho
<<pecado>> le infligió a Dios.
Ese nuevo plan, de Redención, exigió la
<<venida de Dios al mundo>>, mediante su encarnación en Jesús, para
así <<asumir nuestra representación jurídica ante Dios y pagar>> por
nosotros a Dios una reparación adecuada por semejante ofensa infinita y es por
eso por lo que Jesús sufrió indecibles tormentos en su Pasión y Muerte para
<<reparar>> aquella ofensa y redimir así a la humanidad, consiguiéndole
el perdón de Dios y rescatándola del poder del demonio bajo el que permanecía
cautiva.
Ésta es la interpretación, la teología
sobre la que se construyen y giran la mayor parte de las interpretaciones en
curso durante la semana santa. Y éste es el ambiente ante el que muchos
creyentes de hoy se sienten mal, muy mal. Sienten que se asfixian. Se ven
trasladados a un mundo, que nada tiene que ver ni con el mundo real de cada
día, ni con el de la ciencia, el de la información, o del sentido más profundo
de sus vidas. Por ese malestar, otros muchos cristianos no sólo se han marchado
de la semana santa tradicional, sino que se han alejado de la Iglesia.
¿Hay otra forma de entender la Semana
Santa, que no nos obligue a transitar por el mundo manido de esa teología en la
que tanto ya no creemos?
¿No <<creemos>> hemos dicho? Ante
todo hay que decir –para alivio de muchos- que efectivamente, se puede no creer
en tal teología. No se trata de ningún <<dogma de fe>> (aunque lo
fuera, tampoco ello la haría creíble). Se trata de una genial construcción
interpretativa del misterio de Cristo, debida a la intuición medieval de San
Anselmo de Canterburry, que desde su visión del derecho romano, construyó,
<<imaginó>> una forma de explicarse a sí mismo el sentido de la muerte
de Jesús. Estaba condicionado por muchas creencias propias de la Edad Media, e
hizo lo que pudo, y lo hizo admirablemente: elaboró una fantástica interpretación
que cautivó las mentes de sus coetáneos tanto, que perduró hasta el siglo XX. Habría
que felicitar a san Anselmo, sin duda.
…Bajo la semana santa que oficialmente se
celebra, no dejan de estar, allá, lejos, bien dentro de sus raíces ancestrales,
las fiestas que los indígenas originarios ya hacían sus celebraciones sobre la
base cierta del equinoccio astronómico. Se trata de una fiesta que ha
evolucionado muy diferentemente en cada cultura, y muy creativamente al ser
heredada de un pueblo a otro, y al contagiarse de una religión a otra. Una fiesta
que fue heredada y recreada también por los israelitas nómadas como fiesta del
cordero pascual, y después trasformada por los israelitas sedentarios como
fiesta de los panes ácimos, en recuerdo y como reactualización de la Pascua,
piedra angular de la identidad israelita…Fiesta que los cristianos luego
cristianizaron como la fiesta de la Resurrección de Cristo, y que sólo más
tarde, con el devenir de los siglos, en la edad oscura de la Edad Media, quedó
opacada bajo la interpretación jurídica de la Redención…
¿Por qué quedarse, pues, prendidos de una
interpretación medieval, cautivos de una teología y una interpretación que no
es nuestra, que ya no dice nada, y que podríamos abandonar porque ya cumplió su
papel? ¿Por qué no sentirse parte de esta procesión tan humana y tan festiva de
interpretaciones y hermenéuticas, de mitos y <<grandes relatos>> incesantemente
renovados y recreados, y aportar nosotros también a esta trabajada historia
nuestra propia parte, lo que nos corresponde hoy, con creatividad,
responsabilidad y libertad? No podemos dejar de pensar que <<Otra semana
santa es posible>>… y ¡urgente! Al menos legitima también.” [1]
JAIRO
OBREGÓN
19/04/2014
San Francisco, Venezuela.