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lunes, 10 de diciembre de 2018

70 ANIVERSARIO DE LOS DERECHOS HUMANOS

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Abrimos diciendo: ¿Acaso todos los seres humanos gozan de sus derechos humanos? ¿Vivimos de un mundo donde el respeto sea un derecho humano? ¿Se debería enseñar mejor para lograr los derechos humanos? ¿Setenta años después donde están los derechos humanos? ¿Qué podemos hacer?

Lamentablemente, la historia de la humanidad está plagada de los “anti-derechos humanos”, ha sido “antihumana”, “no humana”, no ha sido humana la humanidad. Como se diría más o menos en el cuento del “Principito”: “Veo humanos, pero, no humanidad”.

Sin embargo, paradójicamente, a pesar de tantas desigualdades, desde luego, que existen humanos con humanidad comprobada. Esa es nuestra utopía, ver a todos y todas como hermanos que “compartan” no que “compitan”. Amaos los unos a los otros, este fue la conversión de Jesús, del amor a Dios, al prójimo y a uno mismo.
  
LA DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS 
 HUMANOS COMIENZA SU 70º ANIVERSARIO.

Defendamos la equidad, la justicia y la dignidad humana.

El Día de los Derechos Humanas se celebra cada 10 de diciembre, coincidiendo con la fecha en que la Asamblea General adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1948. Este año, el Día de los Derechos humanos marca el 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, un documento histórico, que proclamó los derechos inalienables inherentes a todos los seres humanos, sin importar su raza, color, religión, sexo, idioma, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, propiedades, lugar de nacimiento ni ninguna otra condición. Es el documento más traducido del mundo, disponible más de 500 idiomas.

La Declaración, cuyo borrador redactaron representantes de distintos contextos jurídicos y culturales de todo el mundo, expone valores universales y un ideal común para todos los pueblos y naciones.

Además, establece que todas las personas tienen la misma dignidad y el mismo valor. Gracias a este documento –que con sus versiones en 500 idiomas se ha convertido en el más traducido del mundo- y compromiso de los Estados con sus principios, la dignidad de millones de personas se ha visto fortalecida, y se han sentado las bases de un mundo más justo. Aunque aún quede camino por recorrer para que las promesas que encierra se cumpla plenamente, el hecho de que hay perdurado en el tiempo es prueba inequívoca de la universalidad imperecedera de sus valores eternos sobre la equidad, la justicia y la dignidad humana.

La Declaración nos fortalece a todos y los principios que recoge son tan relevantes en la actualidad como lo fueron en 1948. Debemos luchar por nuestros propios derechos y por los de prójimo. Podemos pasar a la acción en nuestras vidas diarias para defender aquellos derechos que nos protegen y así fomentar la unión de todos los seres humanos.

#LuchaPorLosDDHH

La Declaración Universal de los Derechos Humanos nos fortalece a todos.

Los derechos humanos nos conciernen a todos nosotros cada día.

La condición humana que compartimos tiene sus raíces en estos valores universales.

La equidad, la justicia y la libertad evitan la violencia y velan por la paz.

Cada vez que abandonamos los derechos humanos, corremos un gran riesgo.

Debemos luchar por nuestros derechos y por los del prójimo.

Desde 1948 cuando nace la Declaración Universal de los Derechos Humanos han pasado 70 años hoy en 2018, ¿Cuánta veces se olvidado, estigmatizado, violado, aniquilado estos y otros derechos universales? ¿Cómo es que todavía el racismo, la esclavitud, el odio social, el odio económico todavía prevalece y se atenúa setenta años después?

Sabemos que se ha avanzado muy poco en estos valores humanos que nos conciernen a todos y todas. Sin embargo, nunca será suficiente mientras la maldad impere y el “sistema del neo liberalismo” se posesiona de toda la economía, la política y las guerras tanto convencionales y no convencionales, como la guerra económica que aplican los poderes mundiales a pueblos y naciones que quieren caminar como a iguales en este mundo. Ante este sistema maligno y perverso debemos proclamar el “altermundismo” donde otro mundo sea posible, donde estos y otros derechos sean posibles. En esta utopia de vida nunca de rodillas, siempre caminando con la frente en alto, ni altivos, ni sumisos, sino de manera dignos que lo único que se pide es el respeto a nuestros de derechos que son los derechos de todos.

 Profetismo como un derecho humano.
  
En cuanto a los Derechos Universales de los Derechos Humanos, como creyentes cristianos comprometidos o ciudadanos de un nuevo mundo con la causa humana y planetaria, ¿Dónde está nuestro profetismo cristiano? El profeta no es un adivino, ni alguien que pre-dice los acontecimientos futuros. El profeta se enfrenta a todo poderío personal o social. Habla desde el “clamor a los pobres” y pretende siempre que haya justicia. Obviamente le preocupa el futuro del pueblo, la situación sangrante de los pobres. Los profetas surgen en los momentos de crisis y de cambios para avigorar una situación nueva llena de libertad, de justicia, de solidaridad, paz.

La misión del profeta cristiano es cuestionar los “sistemas”, defender a toda persona atropellada y a todo pueblo amenazado, alentar esperanzas en situaciones catastróficas y promover la conversión hacia actitudes solidarias. Tiene experiencia del pueblo (vive encarnado) y contacto con Dios (es un místico), de ahí obtiene la fuerza de su misión.

La misión profética de Jesús fue a favor de los pobres a viva voz: a favor del hombre, de la mujer, del niño, de la niña, del anciano, de la anciana, de los pobres, de los hambrientos, de los enfermos, de los presos, de los olvidados, de los expatriados o migrantes, de lo que podemos deducir como los derechos humanos de esta era post moderna. Su reino consistía en ese amor incondicional a los seres humanos del mundo. Desde esta perspectiva de su proyecto, adaptándola a nuestros tiempos podemos aseverar que creo unas buenas nuevas a favor de lo que hoy en día conocemos como  los derechos humanos.

Digo esto para concienciar que los derechos humanos son los derechos de todos tanto católicos, ortodoxos, protestantes, pentecostales, cristianos, laicos, y los muchos grupos que confiesan otras religiones budistas, tibetanos, hindúes, taoístas y más   deberíamos todos y todas aprender a declarar el profetismo a voz en cuello sobre los derechos humanos a toda lengua, raza y nación.

Los pueblos del mundo pide, gime, grita, clama porque se les RESPETE SU DIGNIDAD HUMANA. Es el derecho de vivir como iguales, como seres pensantes, como personas dignas. Es el derecho de vivir en libertad plena, llena de bondad y de justicia. Nosotros tenemos derecho de ser oídos y escuchados, tenemos derecho a visibilizarnos, tenemos derecho al trabajo, tenemos derecho a la educación, tenemos derecho a comer, a vestirnos, a adquirir medicinas, a tener una casa o un hogar. Tenemos derecho a no ser esclavos de esclavos, a vivir en armonía y serenidad.

Basta de intervencionismos, del unilateralismo, de medidas coercitivas llamadas sanciones o bloqueos por no ser sumisos, o por tener riquezas naturales que a bien pueda administrar libremente en un negocio ganar ganar. Se debe respetar la autodeterminación de los pueblos. No existen ciudadanos de primera, de segunda, ni de tercera, no, no eso es antihumano, anticristiano anti vida, anti verdad. Creemos en el multilateralismo o altermundismo donde defendamos el Derecho Internacional como la base de la carta magna de las Naciones Unidas: La no intervención en los asuntos internos de los Estados Nación.
  
Los derechos humanos es un estado de sabiduría donde se trascienda el egoísmo, la lucha de clases, el odio irracional, el odio por el color de piel o por tus ideales o tu manera de proceder en favor a tu prójimo. El profetismo social va de la mano de la sabiduría de los pueblos, son dos maneras de respuestas distintas pero complementarias. Al proclamarse los Derechos Humanos, por qué no, proclamamos una extensión del evangelio de Jesús de que todos seamos iguales ante los ojos de Dios, de la vida, de la existencia misma.

La máxima de Jesús expresada en la palabra del evangelio a favor de los seres humanos –lo que podría ser sus derechos humanos- lo manifiesta en Mateo 25:34 en adelante: “Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver. Entonces los justos dirán: “Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?” “¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? El Rey responderá: “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí…” (34, 35, 36, 37, 38, 39,40) (BL 1995).

En esto pensad.

JAIRO OBREGÓN

San Francisco, Zulia, Venezuela.

un.org

servicioskoinonia.org/bíblico/181209.htlm  






domingo, 2 de diciembre de 2018

ABOLICION DE LA ESCLAVITUD

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Pareciese un tema del pasado de la historia antigua, pero, no lo es desafortunadamente, es una vergüenza histórica. Todavía la humanidad no se ha podido librar de este flagelo inhumano, bestial e irracional que seres humanos esclavicen a otros seres humanos en este mundo. La esclavitud en cualquiera de sus modalidades, antigua, medieval, moderna o post moderna es todo un temario que debe ser analizado o reflexionado para que todos busquemos la erradicación de todo tipo de esclavitud.

El Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud  se celebra el 2 de diciembre en conmemoración al 2 de diciembre de 1949 fecha en la que Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Convenio para la represión de la trata de personas y la explotación ajena.

El objetivo del día es reclamar la erradicación de las formas contemporáneas de esclavitud como son la trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento de niños para utilizarlos en conflictos armados.

Cada año millones de personas, en su mayoría mujeres y menores, son engañadas, vendidas, coaccionadas o sometidas de alguna manera a situaciones de explotación de las cuales no pueden escapar. Constituyen la mercancía de una industria mundial que mueve miles de millones de dólares y que esta dominada por grupos de delincuentes organizados que operan en muchas ocasiones con impunidad.

Las esclavitudes han evolucionado y se ha manifestado en formas diferentes a lo largo de la historia. En la actualidad todavía persisten algunas antiguas manifestaciones al amparo de creencias y costumbres tradicionales: las personas de castas inferiores, minorías tribales y los pueblos indígenas son, según Naciones Unidas, los más vulnerables.

Por otro lado la esclavitud ha adquirido nuevas formas como el trabajo forzado, el trabajo infantil y la trata de personas donde las principales víctimas son menores y mujeres que sirven para abastecer las redes de prostitución y el trabajo en el servicio doméstico.

El artículo 4º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada 1948 se afirma: “nadie estará sometido a esclavitud ni servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”.

Un año después, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el 2 de diciembre de 1949 el Convenio para la represión de la trata de personas y explotación ajena.

Desde entonces se han realizado numerosos esfuerzos para atajar y abolir la esclavitud con pocos avances según datos de organizaciones internacionales como la OIT, UNECEF y otros organismos internacionales de protección de los derechos humanos.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), millones de jóvenes se encuentran en condiciones cercanas a la esclavitud como víctimas de trabajo forzado o en régimen de servidumbre, un 73% de estos jóvenes –alrededor de 180 millones- las peores formas de trabajo infantil, entre ellas la prostitución, el trabajo esclavizado y el trabajo peligroso. Además, las cifras indican también que la esclavitud no ha desaparecido, ya que alrededor de 5,7 millones de jóvenes se encuentran en una situación de servidumbre o se ven obligados a trabajar.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en todo el mundo un niño de cada seis trabaja y la mayoría de ellos sufren explotación económica a pesar de que el artículo 32 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social”.

A la explotación se suma el negocio de la trata de personas. En África, se venden menores por 14 dólares, actividad que según la OIT reporta a los criminales 7 mil millones de dólares anuales. También, en esta misma región, 80 millones de menores entre 5 y 14 años son obligados a trabajar en la prostitución y en actividades como la minería.

UNICEF calcula que 200 mil niños africanos son vendidos como esclavos cada año; entre 45.000 y 50.000 mujeres y niños son trasladados cada año por los traficantes únicamente hacia los Estados Unidos. El aumento del número de casos de trata de personas, así como su expansión a zonas que antes no estaban tan afectadas, coincide con el aumento de las dificultades económicas, -especialmente en los países en desarrollo y en los países con economías en transición-, los enormes obstáculos a la migración legal y la existencia de graves conflictos armados.

La trata de personas está directamente relacionada con la discriminación tanto racial como étnica, sexual y de género. Las personas inmigrantes constituyen un grupo especialmente vulnerable al que no sólo le son violados sus derechos como trabajadores sino como seres humanos.

En el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños que contempla la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Trasnacional, define la trata de personas como la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o el uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.

La explotación incluye, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de prostitución sexual, los trabajos y servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.

El protocolo establece que el “el consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional es irrelevante y si la víctima de la trata es un niño, es un crimen aun sin el uso de la fuerza”.

Las víctimas de discriminación, suelen pertenecer a los segmentos más pobres de la sociedad y, sin embargo, las estrategias de lucha contra la pobreza rara vez abordan el vínculo entre este fenómeno y la discriminación sistemática.

Por otro lado, la falta de igualdad de oportunidades, la igualdad de trato y la dignidad en el trabajo también en víctimas de discriminación en otras esferas.

Para combatir el fenómeno se reclaman enfoques integrales, interdisciplinarios y de largo plazo que permitieran abordar todos los aspectos del ciclo de la trata y reconocer implícitamente las relaciones de la trata de personas, la migración, el racismo y la discriminación racial.

Desde el punto de vista de algunos humanistas, las luchas contra esta práctica no sólo es de los gobiernos, sino que es responsabilidad de todos. Desde este enfoque, empresas, organizaciones de empleadores y trabajadores y las víctimas de esta discriminación y sus asociaciones, tiene interés y un papel que desempeñar a la hora de aumentar esfuerzos contra este fenómeno.

Asimismo, se tornaría necesaria la vigilancia multilateral del cumplimiento de los compromisos internacionales, así como la promoción en la educación de los derechos humanos en todas las esferas.

Con motivo del “Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud 2018” Naciones Unidas presentó los siguientes datos:

La esclavitud no es una reliquia del pasado, sino una realidad muy presente. La servidumbre ha adquirido formas diferentes a lo largo de la historia. En la actualidad, persiste tanto en sus formas tradicionales como en otras nuevas modalidades.

Aún no está definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado. Con ella, se hace referencia a situaciones de explotación en las que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder. Si bien el trabajo infantil no entra dentro del término general de esclavitud moderna, normalmente se suele relacionar con ella. Más de 40 millones de personas en todo el mundo son víctimas de la esclavitud moderna, según la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Las mujeres y las niñas se ven afectadas por esta lacra, representando el 71 por ciento del total, casi 29 millones. Del total de víctimas, un 25 % son niños, alrededor de 10 millones.

Se estima que unas 25 millones de personas estaban atrapadas en trabajo forzoso en un momento dado en 2016.

Se calcula que 15,4 millones de personas eran víctimas de un matrimonio forzado en un momento dado en 2016.

Además, alrededor de 152 millones de niños están sujetos a trabajo infantil, de los que 88 millones son varones y 64 niñas.

El objetivo de un trabajo decente necesita mayor esfuerzo. Estas estadísticas no muestran que lo Objetivos del Desarrollo Sostenible, y en particular la meta 8, que promueve el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, no podrá ser alcanzados a menos que se intensifiquen en forma drástica los esfuerzos para eliminar la esclavitud.

“El 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General, en su resolución 62/122, decidió designar el 25 de Marzo Día Internacional de recuerdo de las víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos para que se celebre anualmente a partir del 2008. La Organización Internacional del Trabajo realiza la campaña “50 for freedom” con el objetivo de convencer al menos 50 países a ratificar el Protocolo sobre el trabajo forzoso de aquí al 2018. En diciembre de 2016 el número de ratificaciones era de 10.

Es un horror ver estas estadísticas que no son las actuales al día de hoy. No hay ninguna justificación para esta moustrocidad de las esclavitudes de todo tipo y órdenes. La hipocresía mundial es asquerosa y temeraria. La complicidad no tiene límites en esta situación alarmante en el mundo entero.

Debemos crear conciencia de lo bueno, agradable, lo justo y lo del bien común. Todos somos iguales ante los ojos de Dios o como cada quien lo pueda concebir en su libertad de conciencia. Nadie debe estar por encima de nadie. Creo que la educación es una llave de crear las condiciones para lograr los cambios de paradigmas. No perdamos la fe, la esperanza y el amor entre todos y todas. El evangelio de Jesús fue de liberación de toda cadena de opresión de su pueblo pobre y desposeído. Otro mundo es posible, otro ser humano es posible. Amémonos los unos y los otros. Rompamos los dualismos y desigualdades. Extendamos las manos para el encuentro fraterno.

En esto pensad.

JAIRO OBREGÓN

02/12/2018

San Francisco, Zulia, Venezuela.

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