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miércoles, 20 de diciembre de 2017

“EL AFÁN Y EL CONSUMISMO”

 
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Todos de alguna manera hemos caído en estado afanoso o ansioso en la vida. Más aun, cuando en estos días de diciembre la mente se llena de la propaganda y la tradición para festejar en familia, en grupo social o cultural. El comercio lanza su consumismo y las vitrinas llenas de cosas apetecen el buen gusto de cada quien, y en la medida de lo razonable es bueno compartir juntos de esos buenos momentos en la vida en sana paz y solidaridad. Sea cual sea la fiesta que nos lleva a sonreír, alegrarnos y por qué no sentirse bien. Un consumo razonable es saludable en la sociedad. Lo malo es que se convierta en una sociedad de consumo.

Sin embargo, son los más necesitados los castigados socialmente por no tener en la vida lo suficiente. Es al pobre de estas fiestas que les crujen el estómago de hambre, y ven que sus vidas están colmada de calamidades y desesperanza. Al no tener qué comer y qué vestir y no darles los regalos a los pequeños desde luego viene el AFAN y la como un peso aplastador.

“Los niños pobres preguntan: ¿Dónde están los regalos de navidad? Los padres pobres responden: el dinero no alcanzó, no tuvimos dinero. Las cosas están demasiado caras con precios homicidas. En su letanía, se desconsuelan sabiendo que lo que llaman Navidad o Noche buena no fueron buenas para con ellos. Esta es la razón de sus fueros y empieza el martirio de la falsa “feliz afanidad”.

La navidad moderna se divide en dos toletes: Los que tienen y los que no tienen. Esa es la marca que la cultura dominante le ha etiquetado. Y es en navidad cuando los dos toletes se anteponen el uno del otro. A todas luces es un juego injusto donde el que tiene le gana al que no tiene. No se trata que tener y gozar sanamente sea malo, nada lejos de ese pensar. Se trata que la sociedad de consumo o el feliz consumismo ha dividido la sociedad actual.

La cuestión no está tanto si se tiene o no se tiene, esa no es la reflexión, se trata que el ser humano vale no por lo que tenga o no tenga, se trata que somos más de lo que poseemos. Primero soy, segundo hago, tercero tengo y cuarto comparto. En ese orden de ideas para meditar y reflexionar en toda magnanimidad.

Seamos agradecidos a Dios, a la vida por todo y en todo lo que hemos tenido que pasar, sea bueno, o sea malo. Tengamos o no tengamos. Ser agradecidos nos libera de la carga, de las preocupaciones y sin sabores de tantas cosas que pasan y que muchas veces no tiene ninguna explicación. Ser agradecidos nos vitaliza y renueva las fuerzas, las esperanzas, la fe, el amor para seguir adelante en el camino. El ser agradecido es la mejor manera de pedir.
 
Jesús, el hijo del hombre, vio y detectó este mal de afanarse y lo narró de la siguiente manera en Lucas capítulo 12: 22-31 (RVR 1960). Veamos.

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No vale más la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane añadir a su estatura un codo?

Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿No hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio afán.

En esto pensad.

JAIRO OBREGÓN

19/12/2017

Maracaibo, Venezuela.


domingo, 17 de diciembre de 2017

LOS ALTOS PRECIOS EXPLOTAN A LOS POBRES

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La historia de la humanidad está plagada de episodios de hambre por los altos precios, las guerras, la desigualdad y un sinfín de males. Esa ha sido la historia de los imperios, reinos y democracias. Si quieres disminuir a un pueblo o nación especula con sus precios.
  
En la Biblia encontramos varios casos –muy poco difundidos- sobre los altos precios sobre todo en los alimentos. Me refiero al Libro profético de Amos capítulo 8: 4,5 y 6 respectivamente. La claridad y actualidad de la lectura bíblica es impresionante al día de hoy. El profeta denunció el atropello y la desfachatez de los especuladores de oficio. Veamos.

“Oíd esto, los que explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaños la balanza, para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos, y venderemos los desechos del trigo?...”

Esa práctica de alzar los precios ya se veía en los día del profeta Amos. El profeta denunció con mucha claridad la bajeza de los explotadores y arruinadores de los pobres y necesitados. Estaban pendientes que algo pasara para tener una excusa perfecta y aumentar de la noche para la mañana. Ya tenían una astucia y audacia para que de cualquier situación no vacilaban de darles el zarpazo y la puñalada a los pobres de su pueblo. Eran inmisericordes, se sentía arrogante y con un grado de superioridad. De eso se trata como verdad oculta pero verdadera. Detrás de su alza indiscriminada estaba el odio y el desprecio a los que consideraban inferiores a ellos.

Se sentían merecedores de todo y con el alza de precios controlar a los demás para manipularlos con hambre y sin ningún tipo de reparo. Jamás se acordaban de los pobres con rebajarle los precios, jamás les llevaron una canasta de nada por solidaridad a los marginados de siempre, jamás los consideraron sus hermanos en medio de todo.

La avaricia rompe el saco de los especuladores y manipuladores de los que se encargan de aumentar desconsideradamente al que realmente no puede comprar a precios escandalosos. Ya no se trata de una fórmula de la oferta y la demanda del capital, o un equilibrio de la microeconomía o macroeconomía según los expertos. Se trata ya de un crimen de lesa humanidad. A la cárcel deberían de ir el que especule con cifras de hasta 6 dígitos o más para comprar alimentos.

A esa medida de alza sin ninguna consideración romperá el saco de los avariciosos compulsivos. Al seguir aumentando por semana, por día y hasta por hora todo lo que vendan no se podrá comprar como tal; si en tal caso había 10 personas que usualmente compraban, llegará a tener solo 1 persona que les podrá comprar, hasta que esa persona no podrá comprar. Eso perjudica la balanza, el equilibrio, la medida de las posibilidades. No habrá ni comprador, ni vendedor porque ambos se destruirán mutuamente.

Los grandes empresarios saben cómo engañar a los comercializadores haciéndoles ver que también ellos pueden competir y hacerse rico de la noche a la mañana por arte de magia de alzar a cada rato y a toda hora los precios a sus antojos. A la postre, los empresarios tienen reservas incontables y los pequeños y medianos comercializadores se las verán muy mal cuando vean lo que les viene.

Esos precios no ayudan a nadie porque nadie los podrá comprar. A esos costos los pobres no podrán comprar, ni la clase media los podrá soportar, ni los ricos que se creen súper poderosos podrá disimular porque por mucho poder que pueda tener les vendrá una contracción económica que los llevará a la ruina. Se necesita tener una economía sana que respete la regla de juego de manera limpia. Las autoridades deben tomar carta seria y urgente en el asunto por la sana convivencia y bienestar de todos. La indiferencia y dejadez no es bueno. Se debe actuar ya sin titubear.

No quiero cerrar con la desesperanza. Todo lo contrario es necesario abrir los brazos a lo bueno, a lo agradable a lo digno. Todavía sale el sol para todos y todas en la tierra. Creo en el Dios de los milagros y de un Padre que nos cuida y ama y sustenta a todos, en todo y por todo. Sobre todo debemos ser agradecidos al don de la vida en la tierra de los vivientes.

En Habacuc 3: 17-18 el profeta también en medio de la calamidad y desesperanza resaltó el anuncio siguiente:

“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, Y aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales;

Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación…”

En esto pensad.

JAIRO OBREGÓN

17/12/2017


Maracaibo, Venezuela.