¡Que vivas tiempos
interesantes! Dice un proverbio chino para no decir tiempos difíciles –deducimos.
Paradójicamente, estamos celebrando a nivel mundial o internacional el Día de
la Tierra o el Día de la Madre Tierra establecido por la Naciones Unidas, en
medio de una Pandemia denominada Nuevo Coronavirus Covid-19, un virus que se
propaga con un rápido contagio, que ha afectado en pocos meses casi al mundo
entero, con consecuencias de mortandad peligrosa. Estamos en un peligro real
que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial, tal como lo declara el
Secretario General Antonio Guterres, de la antigua Liga de las Naciones.
No sabemos qué ha originado
y propagado el virus pandemia, está la sospecha de que fue por la mano de
hombre (Homo Demens), otra teoria seria por la mano de la naturaleza (Gaia) o,
que Dios lo ha permitido por la vida alocada, desbocada, y destructiva con
todo, por todo y contratado los seres humanos en su destrucción del hombre
por el hombre, y del hombre en su destrucción contra la Tierra. Uno se pregunta:
¿Será un arma de destrucción masiva?, ¿Podría ser un nuevo orden mundial? O, es
que la Tierra se cansó, y dejó escapar un pequeñito recurso microscópico,
porque ya ha hecho muchas advertencias y el hombre en demencia posmoderna se
cree el dueño de la Tierra, y la Tierra está empezando a darse a conocer, y si
no se toma la conciencia planetaria y humana estaríamos empezando a ver nuestro
fin de la faz de la Tierra.
El mundo está atrapado en
sus propias casas en resguardo o cuarentena, aunque algunos gobiernos y
personas de manera insensata se las está tomando a la ligera con el riesgo que no
solo se contagie una sola persona, sino, que, ésa persona o personas contagien
en cadena a mayor numero y se alargue la pandemia más allá de sus límites.
De manera desesperada los
organismos multilaterales piden a gritos una vacuna contra el Covid-19 y, se
dice que hay una veintena de intuiciones científicas tras la ansiada vacuna
posible. Algunos argumentan que un virus que se muere con “agua y jabón”, ¿cómo
es posible que no le hayan sacado una vacuna? Aunque eso se lleve su tiempo.
Lo que sí sabemos los
efectos del coronavirus (Covid-19) que ha paralizado al mundo entero. La economía
mundial, la banca internacional, las bolsas de valores, el sector petrolero
(con la caída de petróleo más baja de su historia, como la del Brend del Mar del Norte, del Wed Texas y
de la OPEP- OPEC), el turismo internacional, las grandes empresas, el comercio
internacional, el sector militar de las potencias mundiales (con portaviones
llenos de covid-19), en fin. Todo esto hace que la pandemia se denomine también,
la pandemia del miedo, la pandemia del hambre, la pandemia de la inseguridad,
la pandemia de la muerte, y pare usted de contar. No ha tardado que ésta
pandemia se tome como un arma política (de politiquería de las baja) para hacer
daño y lograr objetivos incluso militares. Solo una mente retorcida es capaz de
esto y aun mucho más.
“Reconociendo que la Tierra
y sus ecosistemas es nuestro hogar y resaltando de promover armonía con la
naturaleza y el planeta, en abril 2009 la Asamblea General de la ONU designó el
22 de abril como Día internacional de la Madre Tierra (resolución 63/278). Al proclamar
esta fecha la Asamblea reconoció que la “Madre Tierra” es una expresión común en
varios países y regiones, reflejando la interdependencia que existe entre seres
humanos, otras especies y el planeta que habitamos. Solicitud que los Estados
Miembros, los órganos de Naciones, organismos internacionales, regionales,
subregionales, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil observen y
creen conciencia del Día.
El Secretario General
expresó en éste día: ‘En éste Día Internacional de la Madre Tierra, todas las
miradas están puestas en la pandemia del Covid-19, el mayor desafío al que se
encuentra el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Debemos trabajar juntos
para salvar vidas, aliviar el sufrimiento y reducir las devastadoras
consecuencias económicas y sociales. El impacto del coronavirus es inmediato y
terrible. Pero hay otra profunda emergencia: la crisis ambiental que se está
produciendo en el planeta. La biodiversidad esta en pronunciado declive. Las perturbaciones
del clima se están acercando a punto de no retorno. Debemos actuar con decisión
para proteger nuestro planeta tanto del coronavirus como de la amenaza existencial
de las perturbaciones climáticas. La crisis actual es una llamada de
advertencia sin precedentes. Necesitamos convertir la recuperación en una
verdadera oportunidad de hacer lo correcto para el futuro. Por lo tanto, propongo
seis medidas relacionadas con el clima para orientar la recuperación y la labor
futura.
Se debe poner fin a los subsidios
a los combustibles fósiles, y quienes contaminan tienen que empezar a pagar la contaminación
que (es) general.
Primero: el gasto de
ingentes cantidades de dinero en la recuperación tras el coronavirus debe ir
acompañado de la creación de nuevos trabajos y empresas mediante una transición
limpia y ecológica.
Segundo: si se utiliza el
dinero de los contribuyentes para rescatar empresas, es necesario vincularlo a
la consecución de empleos verdes y de un crecimiento sostenible.
Tercero: la artillería fiscal
debe impulsar el paso de la economía gris a la verde, y aumentar la resiliencia
de las sociedades y las personas.
Cuarto: los fondos públicos deben
utilizarse para invertir en el futuro, no en el pasado, y fluir hacia sectores
y proyectos sostenibles que ayuden al medio ambiente y al clima.
Quinto: los riesgos y
oportunidades climáticos tienen que incorporarse al sistema financiero, así
como todos los aspectos de la formulación de políticas públicas y las
infraestructuras.
Sexto: necesitamos trabajar
juntos como una comunidad internacional.
Estos seis principios
constituyen una importante guía para recuperarnos mejor juntos. Los gases de
efectos invernadero, al igual que los virus, no respetan las fronteras
nacionales. En este Día de la Tierra, sumen sus voces a la mía (A. Guterres)
para exigir un futuro sano y resiliente para las personas y para el planeta”.
(Sistemas de Naciones Unidas en el Perú | Día Internacional de la Madre Tierra
| 22 de abril 2020 | https://onu.org.pe/dias-internacionales/dia-internacional-de-la-madre-tierra/).
Leonardo Boff, autentico
defensor de la Casa Común, la Madre Tierra afirma: “Todo está relacionado con
todo: es hoy un dato de la conciencia colectiva de los que cultivan una ecología
integral, como Brian Swimme y tantos otros científicos y el Papa Francisco en
su encíclica “Sobre el cuidado de la Casa Comun”. Todos los seres del universo
y de la Tierra, también nosotros, los seres humanos, estamos envueltos en
intrincadas redes de relaciones en todas las direcciones, de suerte que no
existe nada fuera de la relación. Esta es también la tesis básica de la física cuántica
de Werner Heisenberg y de Niels Bohr.
Esto lo sabía los pueblos
originarios, como lo expresan las palabras sabias del cacique Seattle en 1856: ‘De
una cosa estamos seguros: la Tierra no pertenece al hombre. Es el hombre que
pertenece a la Tierra. Todas las cosas
interligadas como la sangre que une a una familia; todo está relacionado entre sí.
Lo que hiere a la Tierra hiere también a los hijos e hijas de la Tierra. No fue
el hombre quien tejió la trama de la vida: él es meramente un hilo de la misma.
Todo lo que haga a la trama, se lo hará así mismo’. Es decir, hay una íntima conexión
entre la Tierra y el ser humano. Si agredimos a la Tierra, nos agredimos también
a nosotros y viceversa.
Es la misma percepción que
tuvieron los astronautas desde sus naves espaciales y desde la luna: Tierra y
humanidad son una misma y única entidad. Bien lo declaró Isaac Asimov en 1982
cuando, a petición del New York Times, hizo un balance de los 25 años de la era
espacial: ‘El legado es la constatación de que, en la perspectiva de las naves
espaciales, la Tierra y la humanidad forman una única identidad (New York Time, 9 de octubre de 1982)’. Nosotros
somos Tierra. El hombre viene de húmus,
tierra fértil, el Adam bíblico significa
hijo e hija de la Tierra fecunda. Después de esta constatación, nunca más ha
apartado de nuestra conciencia que el destino de la Tierra y de la humanidad está
indisolublemente unidos.
Desafortunadamente, ocurre
aquello que el Papa (Jorge Bergoglio) lamenta en su encíclica ecológica: ‘nunca
hemos maltratados y herido tanto a nuestra Casa Comun como en los dos últimos
siglos’ (nº 53). La voracidad del modo de acumulación de la riqueza es tan devastadora
que hemos inaugurado, dicen algunos científicos, una nueva era geológica: la
del antropoceno. Es decir quien
amenaza la vida y acelera la sexta extinción masiva, dentro de la cual estamos
ya, es el mismo ser humano. La agresión es tan violenta que más de mil especies
de seres vivos desaparecen cada año, dando paso a algo peor que el antropoceno,
el necroceno: la era de la producción
en masa de la muerte. Como la Tierra y la humanidad están interconectadas, la
muerte se produce masivamente no solo en la naturaleza sino también en la
humanidad misma. Millones de personas mueren de hambre, de sed, víctima de la
guerra o de la violencia social en todas partes del mundo. E insensibles, no
hacemos nada.
No sin razón James Lovelock,
el formador de la teoria de la Tierra como un superorganismo vivo que se autorregula,
Gaia, escribió un libro titulado La venganza
de Gaia (Planeta, 2006). Calculo que las enfermedades actuales como el dengue,
el chikungunya, el virus zica, el sars, el ébola, el sarampión, el coronavirus
actual y la degradación generalizada en relaciones humanas, marcadas por una
profunda desigualdad/injusticia social y la de una solidaridad mínima, son una
represalia de Gaia por las ofensas que le infligimos continuamente. No diría como
J. Lovelock que es ‘la venganza de Gaia’, ya que ella, como Gran Madre que es,
no se venga, sino que nos da graves señales de que está enferma (tifones,
derretimiento de casquetes polares, sequias e inundaciones, etc.); y, al límite,
porque no aprendemos la lección, toma represalias como las enfermedades
mencionadas.
Recuerdo –dice Boff- el
libro testamento de Théodore Monod, tal vez el único gran naturalista contemporáneo,
Y si la aventura humana fallase
(Paris, Grasset 2000): ‘somos capaces de una conducta insensata y demente; a
partir de ahora se puede temer todo, realmente todo, inclusive la aniquilación
de la raza humana; sería el precio justo de nuestras locuras y crueldades’ (p.242).
Esto no significa que los
gobiernos de todo el mundo, resignada, dejen de combatir el coronavirus y de proteger
a las poblaciones ni de buscar urgentemente una vacuna para combatirlo, a pesar
de sus constantes mutaciones. Además de un desastre económico-financiero puede
significar una tragedia humana, con un número incalculables de víctimas.
Pero la
Tierra no se contentará con estas pequeñas contrapartidas. Suplica una actitud
diferente hacia ella: de respeto a sus ritmos y limites, de cuidado a sus
sostenibilidad y de sentirnos, más que hijos e hijas de la Madre Tierra, la
Tierra misma que siente, piensa, ama, venera y cuida. Así como nos cuidamos,
debemos cuidar de ella. La Tierra no nos necesita. Nosotros la necesitamos. Puede
que ya no nos quiera sobre su faz y siga girando por el espacio sideral pero sin
nosotros, porque fuimos ecocidas y geocidas.
Como somos seres de
inteligencia y amantes de la vida podemos cambiar el rumbo de nuestro destino.
Que el Espiritu Creador nos fortalezca en este propósito”. (Leonardo Boff | Articulo
| Coronavirus: ¿reacción y represalia de Gaia? | 2020-03-17 | 973 | http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=973).
Ahora, bien, estas dos
pandemias la climática que ha causado el cambio climático y la pandemia actual
del Nuevo Coronavirus Covid-19, debemos saber que ya están con nosotros, y que
ha de pasar algo o mucho de tiempo, que no sabemos en realidad. Esto es un desafío
o prueba que la humanidad deberá aprender como una lección constante.
Aun, en
medio de la cuarentena sanitaria la Tierra empieza a dar sus pequeñas
reacciones a favor del reino animal, se ha visto que peces se están acercando a
las orillas en abundancia. La propia NASA –segun CNN- evidencia que la contaminación
se ha reducido en mínima cantidad, pero, significativas. La pandemia ha
colaborado –por así decirlo- a un refrescamiento ambiental, ecológica en el
planeta la Madre Tierra. Bastante señales ha estado dando hasta casi la desesperación
al ser humano, una fracción de la Tierra misma que llegó a ser el Homo Sapiens y,
que en la evolución con el tiempo involucionó en el cenit de su curso en Homo
Demens, queriéndolo todo, hasta que se creyó el todo, y dejó de verse como
parte del sistema Tierra. Aquí, lamentablemente, las muy equivocadas
traducciones e interpretaciones bíblicas en su enfoque (simbolico/semiótico/mitico) de que ese Adam era el que ejercía su señorío,
convirtiendo a la postre de la historia a la Tierra, en recursos ilimitados y,
no basados en los dones que la Gran Madre Tierra nos proporciona de manera amplia y
generosa siempre en armonía con ella amándola y respetándola.
Esta pandemia que azota al
mundo actualmente, nos es urgente reinventarnos una nueva reingeniería de parte
de nosotros mismos, antes, e incluso, de que nos lo sean impuesto por un “nuevo
orden mundial" que dé por sí, traerá la cuarta revolución industrial, donde las
maquinas juegan un papel preponderante nunca visto, esa innovación tecnológica que
no sabemos con qué vendrá, para la humanidad incluyendo la Madre Tierra, donde
eso lo novedoso sea lo que gobierne en el presente de cara al futuro.
No puedo cerrar desde la
desesperanza en el caos Tierra-Hombre, estos retos nos demanda más de nosotros
mismos. Ante, esa “nueva realidad” que se está gestando postpandemia, estamos
llamados como humanos y creyentes de Dios, de la Vida o de la Energía –las
formas, signos e imágenes se aceptan desde la concepción de fe, de cada quien
profese o creyese- a levantar el espíritu de oración que abra nuevos caminos en
la fe, la esperanza y el amor. Solo el amor es el todo en todo y por todo. Viva
la Madre Tierra y vivamos como humanos unidos con la Madre Tierra.
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JAIRO OBREGÓN
Maracaibo, Venezuela