Pareciese un tema del pasado
de la historia antigua, pero, no lo es desafortunadamente, es una vergüenza
histórica. Todavía la humanidad no se ha podido librar de este flagelo
inhumano, bestial e irracional que seres humanos esclavicen a otros seres
humanos en este mundo. La esclavitud en cualquiera de sus modalidades, antigua,
medieval, moderna o post moderna es todo un temario que debe ser analizado o
reflexionado para que todos busquemos la erradicación de todo tipo de
esclavitud.
El
Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud se celebra el 2 de diciembre
en conmemoración al 2 de diciembre de 1949 fecha en la que Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Convenio para la
represión de la trata de personas y la explotación ajena.
El objetivo del día es
reclamar la erradicación de las formas contemporáneas de esclavitud como son la
trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento de niños para utilizarlos
en conflictos armados.
Cada año millones de
personas, en su mayoría mujeres y menores, son engañadas, vendidas,
coaccionadas o sometidas de alguna manera a situaciones de explotación de las
cuales no pueden escapar. Constituyen la mercancía de una industria mundial que
mueve miles de millones de dólares y que esta dominada por grupos de
delincuentes organizados que operan en muchas ocasiones con impunidad.
Las esclavitudes han
evolucionado y se ha manifestado en formas diferentes a lo largo de la
historia. En la actualidad todavía persisten algunas antiguas manifestaciones
al amparo de creencias y costumbres tradicionales: las personas de castas
inferiores, minorías tribales y los pueblos indígenas son, según Naciones
Unidas, los más vulnerables.
Por otro lado la esclavitud
ha adquirido nuevas formas como el trabajo forzado, el trabajo infantil y la
trata de personas donde las principales víctimas son menores y mujeres que
sirven para abastecer las redes de prostitución y el trabajo en el servicio doméstico.
El artículo 4º de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos aprobada 1948 se afirma: “nadie estará sometido a esclavitud ni servidumbre; la esclavitud y la
trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”.
Un año después, la Asamblea
General de Naciones Unidas aprobó el 2 de diciembre de 1949 el Convenio para la
represión de la trata de personas y explotación ajena.
Desde entonces se han
realizado numerosos esfuerzos para atajar y abolir la esclavitud con pocos
avances según datos de organizaciones internacionales como la OIT, UNECEF y
otros organismos internacionales de protección de los derechos humanos.
Según la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), millones de jóvenes se encuentran en
condiciones cercanas a la esclavitud como víctimas de trabajo forzado o en
régimen de servidumbre, un 73% de estos jóvenes –alrededor de 180 millones- las
peores formas de trabajo infantil, entre ellas la prostitución, el trabajo
esclavizado y el trabajo peligroso. Además, las cifras indican también que la
esclavitud no ha desaparecido, ya que alrededor de 5,7 millones de jóvenes se
encuentran en una situación de servidumbre o se ven obligados a trabajar.
Según el Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en todo el mundo un niño de cada
seis trabaja y la mayoría de ellos sufren explotación económica a pesar de que
el artículo 32 de la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce “el
derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el
desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su
educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental,
espiritual, moral o social”.
A la explotación se suma el
negocio de la trata de personas. En África, se venden menores por 14 dólares,
actividad que según la OIT reporta a los criminales 7 mil millones de dólares
anuales. También, en esta misma región, 80 millones de menores entre 5 y 14
años son obligados a trabajar en la prostitución y en actividades como la
minería.
UNICEF calcula que 200 mil
niños africanos son vendidos como esclavos cada año; entre 45.000 y 50.000
mujeres y niños son trasladados cada año por los traficantes únicamente hacia
los Estados Unidos. El aumento del número de casos de trata de personas, así como
su expansión a zonas que antes no estaban tan afectadas, coincide con el
aumento de las dificultades económicas, -especialmente en los países en
desarrollo y en los países con economías en transición-, los enormes obstáculos
a la migración legal y la existencia de graves conflictos armados.
La trata de personas está
directamente relacionada con la discriminación tanto racial como étnica, sexual
y de género. Las personas inmigrantes constituyen un grupo especialmente vulnerable
al que no sólo le son violados sus derechos como trabajadores sino como seres
humanos.
En el Protocolo para
prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y
niños que contempla la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Trasnacional, define la trata de personas como la captación, el
transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a
la amenaza o el uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al
fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a
la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento
de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.
La explotación incluye, como
mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de prostitución
sexual, los trabajos y servicios forzados, la esclavitud o las prácticas
análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
El protocolo establece que
el “el consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma
de explotación intencional es irrelevante y si la víctima de la trata es un
niño, es un crimen aun sin el uso de la fuerza”.
Las víctimas de
discriminación, suelen pertenecer a los segmentos más pobres de la sociedad y,
sin embargo, las estrategias de lucha contra la pobreza rara vez abordan el vínculo
entre este fenómeno y la discriminación sistemática.
Por otro lado, la falta de
igualdad de oportunidades, la igualdad de trato y la dignidad en el trabajo
también en víctimas de discriminación en otras esferas.
Para combatir el fenómeno se
reclaman enfoques integrales, interdisciplinarios y de largo plazo que
permitieran abordar todos los aspectos del ciclo de la trata y reconocer
implícitamente las relaciones de la trata de personas, la migración, el racismo
y la discriminación racial.
Desde el punto de vista de
algunos humanistas, las luchas contra esta práctica no sólo es de los
gobiernos, sino que es responsabilidad de todos. Desde este enfoque, empresas,
organizaciones de empleadores y trabajadores y las víctimas de esta
discriminación y sus asociaciones, tiene interés y un papel que desempeñar a la
hora de aumentar esfuerzos contra este fenómeno.
Asimismo, se tornaría
necesaria la vigilancia multilateral del cumplimiento de los compromisos
internacionales, así como la promoción en la educación de los derechos humanos
en todas las esferas.
Con motivo del “Día
Internacional para la Abolición de la Esclavitud 2018” Naciones Unidas presentó
los siguientes datos:
La
esclavitud no es una reliquia del pasado, sino una realidad muy presente. La
servidumbre ha adquirido formas diferentes a lo largo de la historia. En la
actualidad, persiste tanto en sus formas tradicionales como en otras nuevas
modalidades.
Aún no está definida en la
ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general que abarca prácticas
como el trabajo forzoso y el matrimonio forzado. Con ella, se hace referencia a
situaciones de explotación en las que una persona no puede rechazar o abandonar
debido a amenazas, violencia, coerción, engaño o abuso de poder. Si bien el
trabajo infantil no entra dentro del término general de esclavitud moderna,
normalmente se suele relacionar con ella. Más de 40 millones de personas en
todo el mundo son víctimas de la esclavitud moderna, según la Organización
Mundial del Trabajo (OIT). Las mujeres y las niñas se ven afectadas por esta
lacra, representando el 71 por ciento del total, casi 29 millones. Del total de
víctimas, un 25 % son niños, alrededor de 10 millones.
Se estima que unas 25
millones de personas estaban atrapadas en trabajo forzoso en un momento dado en
2016.
Se calcula que 15,4 millones
de personas eran víctimas de un matrimonio forzado en un momento dado en 2016.
Además, alrededor de 152
millones de niños están sujetos a trabajo infantil, de los que 88 millones son
varones y 64 niñas.
El
objetivo de un trabajo decente necesita mayor esfuerzo.
Estas estadísticas no muestran que lo Objetivos del Desarrollo Sostenible, y en
particular la meta 8, que promueve el crecimiento económico sostenido,
inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para
todos, no podrá ser alcanzados a menos que se intensifiquen en forma drástica
los esfuerzos para eliminar la esclavitud.
“El 18 de diciembre de 2007,
la Asamblea General, en su resolución 62/122, decidió designar el 25 de Marzo Día
Internacional de recuerdo de las víctimas de la esclavitud y la trata
transatlántica de esclavos para que se celebre anualmente a partir del 2008. La
Organización Internacional del Trabajo realiza la campaña “50 for freedom” con
el objetivo de convencer al menos 50 países a ratificar el Protocolo sobre el
trabajo forzoso de aquí al 2018. En diciembre de 2016 el número de ratificaciones
era de 10.
Es un horror ver estas estadísticas
que no son las actuales al día de hoy. No hay ninguna justificación para esta
moustrocidad de las esclavitudes de todo tipo y órdenes. La hipocresía mundial
es asquerosa y temeraria. La complicidad no tiene límites en esta situación alarmante
en el mundo entero.
Debemos crear conciencia de
lo bueno, agradable, lo justo y lo del bien común. Todos somos iguales ante los
ojos de Dios o como cada quien lo pueda concebir en su libertad de conciencia. Nadie
debe estar por encima de nadie. Creo que la educación es una llave de crear las
condiciones para lograr los cambios de paradigmas. No perdamos la fe, la
esperanza y el amor entre todos y todas. El evangelio de Jesús fue de liberación
de toda cadena de opresión de su pueblo pobre y desposeído. Otro mundo es
posible, otro ser humano es posible. Amémonos los unos y los otros. Rompamos los
dualismos y desigualdades. Extendamos las manos para el encuentro fraterno.
En esto pensad.
JAIRO OBREGÓN
02/12/2018
San Francisco, Zulia,
Venezuela.
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