La
noticia: A estas alturas es sabido de la noticia del
fallecimiento del papa Benedicto XVI (Obispo de Roma) su nombre personal,
Joseph Aloisius Ratzinger, de origen alemán (nace el 16 de abril de 1927 y
muere el 31 de diciembre del 2022) de noventa y cinco años de edad, siendo el
papa 265° en casi 17 siglos de la Iglesia Católica Romana, o de la Religión
Católica, o la llamada religión universal.
Antecedentes: De
este personaje se ha dicho de todo, tanto, bueno como malo. Ratzinger fue una
persona fina y de buen gusto, de una educación y cultura como pocos. De mirada
misteriosa que parecía tímido, pero con una exactitud encomiable. Su naturaleza
era de una persona piadosa, por un lado, y, por otro lado, despiadado. Su línea
era una forma de saber qué decir y no decir al mismo tiempo. Para muchos fue un
santo o un demonio. Una dualidad que habrá que descubrir.
El
teólogo Ratzinger: Al leer el artículo de Leonardo Boff, al
cual he respetado su verbo y narración durante varios años, de quien me hubiese
sido un privilegio de haber sido mi Tutor, sobre la vida de Ratzinger, hizo un
magistral relato de lo que esto significa: ´´ “Con referencia a Benedicto XVI
conviene distinguir al teólogo Joseph Ratzinger del Pontífice Benedicto XVI. El
teólogo Joseph Ratzinger fue un típico intelectual y teólogo centro-europeo,
brillante y erudito. No fue un creador, sino un eximio expositor de la teología
oficial. Esto aparecía claramente en los varios diálogos públicos que mantuvo
con ateos y agnósticos. No introdujo visiones nuevas, pero dio otro lenguaje a
las ya tradicionales, fundadas especialmente en San Agustín y San Buenaventura.
Tal vez sea algo nuevo su propuesta de la Iglesia [Católica] como un pequeño
grupo altamente fiel y santo en “representación” de la totalidad. Para él no
era importante el número de los fieles. Era suficiente el pequeño grupo
altamente espiritual que está en lugar de todos. Sucede que dentro de ese grupo
de puros y santos hubo pedófilos y personas envueltas en escándalos
financieros, lo que desmoralizó su comprensión de representación. [En cambio…] Benedicto XVI alimentaba su sueño de
cristianizar [a] Europa bajo la hegemonía de la Iglesia Católica [Romana], un
sueño considerado inviable porque la Europa de hoy, con tantas revoluciones que
ha hecho y con la introducción de valores democráticos, no es la misma del
magisterio de viés medieval, con su síntesis entre fe y razón. Ese ideal no
encontró resonancia por ser extemporáneo y raro.
La
polémica con Boff. [Sigue exponiendo Boff…]. Otra posición
singular, objeto de una polémica conmigo [ambos buenos contendores en sus
razonamientos, aunque me inclino a Boff], que obtuvo resonancia en la Iglesia,
fue la interpretación de que la “Iglesia
Católica es la única Iglesia de Cristo”. Las discusiones conciliares y el
espíritu ecuménico [o lo económico] cambiaron [de] “es” por “subsiste”. Se
abría así un camino para que otras Iglesias [no fuesen reconocidas como
iglesias] “subsistiese” también la Iglesia de Cristo [es viejo este debate de
la posición de prevalencia entre las confesiones de la cristiandad]. Ratzinger
siempre afirmó que ese cambio era solo un sinónimo de “es” [la “Iglesia de Cristo”],
lo que la investigación minuciosa de las actas teológicas del Concilio no
confirmó [Concilio Vaticano II]. Pero siguió sustentando su tesis [de que la
única Iglesia es la católica y nada más]. Afirmó que las otras Iglesias no son
iglesias [de manera radical a la vieja ortodoxia], sino que poseen solamente
elementos eclesiales.
Él
mismo se aisló. Llegó afirmar, varias veces, que mi
posición [la de Boff] se había difundido entre los teólogos como algo común, lo
que motivó nuevas críticas por parte del Papa. No obstante, se fue quedando
aislado, pues había provocado gran decepción en las demás iglesias cristianas
[Esta actitud de Ratzinger no es la única entre las iglesias cristianas, ya que
cada una se adjudica ese posicionamiento de ser la “única” con una mirada de
superioridad], como la luterana, la baptista, la presbiteriana y otras, por
cerrar las puertas del diálogo ecuménico [o inter iglesias].
“Tonus
firmus” [Latín]. Entendió la Iglesia como una especie de
castillo fortificado [se aferró ciegamente al no reconocer a las otras iglesias
cristianas] contra los errores de la modernidad, colocando [a] la ortodoxia
[línea dura] de la fe [a su posición ciega o cerrada ya caduca], ligada siempre
a la verdad (su tonus firmus) [que él enseñó al tratar de tener el monopolio de
la verdad misma, lo cual cada quien lucha por esos ideales, pero su celo lo
cegó como existen muchos otros pastores lamentablemente], como referencia
principal. No obstante, su carácter personal, sobrio y cortés, como Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe, se mostró extremadamente duro e
implacable.
Ensañamiento. Cerca
de cien teólogas y teólogos, de los más prominentes, fueron sentenciados, o con
la perdida de la cátedra, o con la prohibición de enseñar y escribir teología
o, como en mí, caso [Boff], con “silencio obsequioso”. Así, nombres notables de
Europa como Hans Küng, Edward Schillebeeckx, Jacques Dupuis, B. Häring, J.M.
Castillo, entre otros. En América Latina, el fundador de la Teología de
Liberación, el indígena peruano Gustavo Gutiérrez, el hispano-latinoamericano
Jon Sobrino, la teóloga Ivone Gebara, censurada, así como el autor de estas
líneas [Leonardo Boff, que al presentar su tesis doctoral ante el profesor
Ratzinger le cuestionó su posición sin ningún tipo de reparo convirtiéndose en
su mayor adversario por defender a los pobres y en contraposición se dedicó a
defender al clima en el planeta]. En Estados Unidos hubo otros, como Charles
Curran y R. Haight. Hasta fueron prohibidos los libros de un teólogo indio ya
fallecido, el padre Anthony de Mello, así como T. Balasurya de Sri Lanka, que
fue excomulgado.
Prohibió
la TL. Los/las teólogos/as de América Latina, decepcionados,
nunca acabamos de comprender por qué prohibió la colección “Teología y
Liberación”, de 53 volúmenes, que incluía a decenas de teólogos y teólogas (se
publicaron 26 tomos), destinada a subsidiar los seminarios, las comunidades
eclesiales de base y los grupos cristianos comprometidos con los derechos
humanos. Era la primera vez que se producía una obra teológica de envergadura
fuera de Europa, con resonancia mundial. Pero fue pronto abortada.
Obsesión. Son
muchos los teólogos que afirman que estaba obsesionado con el relativismo y por
el marxismo, aunque este hubiese fracasado en la Unión Soviética. Publicó un
documento sobre la Teología de Liberación, Libertatis
nuntius (1884), lleno de advertencias pero sin una condena explícita. Otro
documento posterior, Libertatis
conscientia (1986), destaca los elementos positivos pero con demasiadas
restricciones. Podemos decir que lo central de la teología: la “opción por los
pobres contra su pobreza y por su liberación”, que hacía de los pobres
protagonistas de su liberación y no menos destinatario de la caridad y del
paternalismo [desigualdad]. Esa era la visión tradicional y la del papa
Benedicto XVI. Sospechaba que había marxismo dentro de ese protagonismo de la
fuerza histórica de los pobres [siendo el punto álgido de la manera de ver y
concebir la teología de Jesús que dijo: “Y a los pobres es anunciado el
evangelio” en Lucas 7:22].
El
pontífice Ratzinger. [Continúa Boff]. Como Pontífice, Benedicto
XVI inauguró el “Retorno a la Gran Disciplina”, con clara tendencia
restauradora y conservadora, hasta el punto de reintroducir la misa en latín y despalda
al pueblo. Causó extrañeza general en la propia Iglesia cuando en el año 2000
publicó el documento “Domunus Iesus”.
En él reafirmaba la vieja doctrina medieval superada por el Concilio Vaticano
II, según la cual “fuera de la Iglesia
Católica no hay salvación”. Los no-cristiano corrían grave peligro.
Nuevamente, negó el calificativo de “Iglesia” a las demás iglesias, lo que
provocó irritación general. Serían solamente comunidades eclesiales. Con toda
sagacidad polemizó con los musulmanes, con los evangélicos, con las mujeres y
con el grupo integrista contrario al Vaticano II. Su forma de conducir la
Iglesia no mostraba el carisma, tan fuerte, en el papa Juan Pablo II. Se
orientaba más por la ortodoxia y por el celo vigilante de las verdades de la fe
que por la apertura al mundo y por una relación de ternura para con el pueblo
cristiano, como lo aparece fuertemente el Papa Francisco [Jorge Bergoglio,
argentino y latinoamericano].
La
vieja cristiandad. Fue un genuino representante de la vieja
cristiandad europea con su pompa y poder político-religioso. Desde la
perspectiva de la nueva fase de la planetización, la cultura europea, rica en
todos los campos, se ha encerrado en sí misma. Raramente, se ha mostrado
abierta a otras culturas como las antiguas de América Latina, África y Asia, lo
que se ha mostrado en el proceso de evangelización que implicaba una
occidentalización de la fe. Nunca se liberó de una cierta arrogancia de ser la
mejor y en nombre de eso colonizó todo el mundo, tendencia aún no totalmente
superada.
Limitaciones. No
obstante las limitaciones, por sus virtudes personales y por la humildad de
haber renunciado [abdicado] al numus papal [del cual había dos papas vivos] al
haber llegado al límite de sus fuerzas, seguramente se contará [n] entre los
bienaventurados. [Expone el teólogo católico Leonardo Boff]. * [Leonardo Boff |
Artículo | Benedicto XVI – Un Papa de la vieja cristiandad | 05/01/2023 |
Fuente Web: https://leonardoboff.org/2023/01/05/benedicto-xvi-un-papa-de-la-vieja-cristiandad/].
Otros
aspectos relacionados: Tengo el gusto de compartir un escrito que
me llegó a mí whatsaapp, de unos artículos recopilados de Xabier Pikaza en
Facebook. Por parte de mi amigo Godofredo De Vega, editor cubano de Anawin,
complementa lo relacionado en este artículo, por lo que Ratzinger cuestionó
duramente. Veamos.
1975,
EVANGELII NUNTIANDI. UNA VOZ POTS CONCILAR Y EVANGÉLICA DE LIBERTAD.
La
voz del Concilio. ´´ “… Ha sido la última voz del Vaticano II,
el Canto de Cisne del Concilio. Por fin, se podía decir que un Papa de Roma, a
diferencia de lo que había sucedido en el siglo XV-XVI, aceptaba la voz del
conjunto de iglesias, haciéndose promotora de evangelio, de amor, de libertad
para todos, como había querido Ignacio de Antioquía. Desarrollando esa línea,
Pablo VI precisaba los principios de la evangelización cristiana, la línea de
la encarnación y libertad: “la Iglesia… tiene el deber de anunciar la
liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos
suyos; el deber de ayudar que nazca esta liberación, de dar testimonio de la
misma, de hacer que todo sea total. Todo esto es extraño a la evangelización”
(Evangelii Nuntiandi = EN 30). El evangelio de Jesús es anuncio y germen de
liberación universal, que ha de expresarse por la Iglesia. Ella “trata de
suscitar cada vez más numerosos cristianos que se dediquen a la liberación de
los demás. A estos cristianos ‘liberadores’ les da una inspiración de fe, una
motivación de amor fraterno, una doctrina social a la que el verdadero cristiano
no solo debe prestar atención, sino que debe ponerla como base de su prudencia
y de su experiencia para traducirla concretamente en categorías de acción, de
participación, de compromiso” (EN 38).
Acción,
participación y compromiso. Destaquemos estas tres últimas
palabras, acción, participación y compromiso tienden a “lograr estructuras que
salvaguarden la libertad humana”. Por eso los evangelizadores deben empeñarse
en superar las opresiones sistemáticas, de forma que deben respetarse los
derechos de la persona humana (EN 39). Solo así cobran sentido aquellos tres
valores o momentos que Pablo VI proponía como clave de evangelización eclesial:
a) Evangelizar es anunciar la buena nueva, en el principio hallamos la
“palabra”, el mensaje que proclama a todos los hombres su dignidad de hijo de
Dios, ofreciéndole la gracia de su reino.
No
hay evangelio sin palabra. Por eso no existe evangelio sin
palabra que anuncia y acoge, abriendo así un espacio de respuesta entre los
hombres. La cautividad más grande es la carencia de palabra: están más
oprimidos aquellos que no pueden ni siquiera conocer su cautiverio, ni exponer
sus esperanzas, ni asumir en libertad el camino de la vida. Por eso, en el
principio de la evangelización liberadora hallamos la palabra: queremos que
todos conozcan su dignidad, asumiendo el don de Dios y procurando que ellos
mismos se liberen. b) Evangelizar es liberar. Pablo VI reformula el proyecto de
Jesús y, actualizando el viejo esquema de palabra y obra, añade que no existe
verdadero evangelio allí donde el anuncio (la palabra) no expresa como gesto de
ayuda concreta a los necesitados, en camino de asistencia [no caer en el
asistencialismo], promoción y cambio de estructuras. Sin este amor activo hacia
los hombres, sin este compromiso en favor de los pequeños, no se puede hablar
de gracia de Dios, no hay evangelio. c) Finalmente, evangelizar es celebrar la
libertad en clave de oración individual y de liturgia eclesial, comunitaria. De
esta forma, su mensaje se vuelve palabra de gratitud que dirigimos hacia el
Padre, por medio de Jesús, en el Espíritu; es, al mismo tiempo, fiesta de los
hombres que se alegran por la vida y cantan, en tensión de gozo integral, en
las dificultades y dolores de la tierra. Este es el esquema que emplea Pablo
VI, vinculando nuevamente aquellas tres funciones de la Iglesia que la
tradición destaca desde tiempo antiguo: tiene un poder profético y sacerdotal
(celebra ya la fiesta de Cristo sobre el mundo).
Un
gran dolor. […] Fueron años buenos para la Iglesia, y en especial
para la Universidad Pontificia de Salamanca, por donde pasaron los grandes
maestros europeos (Rahner, Moltmann, H. Küng) y americano (Gustavo Gutiérrez,
L. Boff). La liberación de la iglesia y de la sociedad parecía asegurada. Pero
E. G. Castro, experto en utopías y disto pías, que vino a impartir un curso en
Salamanca, me dijo: Estate atento, va a llegar el 1984. 1984 UN GRAN DOLOR.
RATZINGER: LIBERTATIS NUNTIUS”´´. * [Xabier Pikaza | Ratzinger (5) 1984:
Condena de la Teología de Liberación | Aporte sobre el Mons. Severo Aparicio
Quispe es muy importante | #MonsSeveroaparicio | Fredi Aparicio Quispe |
Facebook | http://www.religiondigital.org/buscador/?text=Fredi+Aparicio+].
Por
qué es importante: Este artículo reúne un resumen
significativo en los acontecimientos basados de la desaparición física de
Ratzinger, visto como teólogo hasta la figura de ser Pontífice de la Iglesia
Católica romana. Estos presupuestos no son de mi autoría como tal, puedo decir
que he podido editar, en boca de sus testigos, grandes teólogos de la teología
de liberación nacida desde la perspectiva en el contexto de los pobres, como
una teología que se proyecta desde el Sur Global frente a la teología dominante
del Norte Global básicamente en el centro de Europa. Tanto como Leonardo Boff,
Xabier Pikaza y otros muchos testigos del sufrimiento impuesto por Joseph
Ratzinger, y su estructura de fijar posición y oposición al considerar una
forma de ver el mundo en el contexto del evangelio que predicó Jesús a favor de
los pobres que él no comulgó. Nunca será mi intención de soliviantar la figura
de Ratzinger, aunque le reconozco que fue un fuerte contendor de su propia
interpretación al estilo de los viejos predicamentos del magisterio rígido y
caduco. Solo he tratado que los propios testigos hablasen de este singular
personaje de buen gusto y educación. Ahora, pues, no fue ni es el único que
defiende la vieja cristiandad basándose en el dogma y jefatura o prefecto
religioso. Habrá que preguntarse, ¿Cuántos Ratzinger o Benedicto XVI existen en
todas las iglesias más o menos con estos conceptos? ¿Hasta qué punto la rigidez
sea la manera de defender al fundamentalismo religioso? ¿Hasta cuándo la
Teología de Liberación será desacreditada por unos pocos que se esconden en sus
monasterios o iglesias? ¿Por qué incomoda tanto los pobres de la tierra que
defendió Jesús de Nazaret y Santiago apóstol?
Cierres. No
puedo cerrar desde la desesperanza porque la esperanza no avergüenza. Sea este artículo para el análisis y la
reflexión teológica en todos los tiempos y que podamos estar a la altura de los
desafíos que impone la dominación religiosa, que es proclive a estigmatizar a
los débiles y necesitados, y exaltar la pompa y el esplendor de los poderosos
como lobos vestidos de ovejas. Abramos los ojos ante todo lo antes expuesto.
Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso. Con todo, este personaje no pasará
desapercibido en la historia de la Iglesia o de las iglesias. Cierro con hidalguía
con las palabras de Boff: “De seguro que
será contado entre los bienaventurados”.
En esto pensad
JAIRO OBREGÓN
17/01/2023
Maracaibo, Venezuela