Pareciese un exabrupto, pero
no lo es, sí, sí, estamos hablando de lo que se ha denominado: “La Justicia
Social”. Son innumerables las generaciones pasadas qué nunca pudieron ver ni oír
sobre tal aseveración. Esto, deduce una gigantesca deuda moral por la gran
impunidad que se ha jugado a mansalva en la historia humana.
La fuerza del Espiritu de vida en la praxis de Jesús está direccionada con la justicia social. Ésta, es la proclama del evangelio o las buenas noticias del reino de Dios. Sí, en algo hay de praxis de justicia social, es y, debe ser, en los seguidores de Jesucristo. Es a éste plan sigo, y proclamo, a favor de la humanidad.
La fuerza del Espiritu de vida en la praxis de Jesús está direccionada con la justicia social. Ésta, es la proclama del evangelio o las buenas noticias del reino de Dios. Sí, en algo hay de praxis de justicia social, es y, debe ser, en los seguidores de Jesucristo. Es a éste plan sigo, y proclamo, a favor de la humanidad.
Para los tecnócratas y
opulentos que cuestiona todo, que signifique “dignificar al ser humano”, es
contraproducente hablar, ni siquiera de algo parecido. Mucho, menos, a los que
tienen como doctrina el “capitalismo neoliberal a ultranza” que niega
completamente todo o nada de la justeza en lo social.
LA
CELEBRACION: El 26 de noviembre de 2007 la Asamblea
General de la Naciones Unidas en la Resolución 62/10 (http://www.un.org/es/común/docs/?symbol=A/RES/62/10)
decide declarar que, a partir de su sexagésimo tercer periodo de sesiones, el
20 de febrero como Dia Mundial de la
Justicia Social.
Éste año 2020, se celebra el
Tema que está a la palestra:
“CERRAR
LA BRECHA DE LAS DESIGUALDADES PARA LOGRAR LA JUSTICIA SOCIAL”.
La justicia social es un
principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera, dentro de los
países y entre ellos. Defendemos los principios de justicia social cuando
promovemos la igualdad de género, o los derechos de los pueblos indígenas y los
migrantes. Promovemos la justicia social cuando eliminamos las barreras que
enfrentan las personas debido al género, la edad, la raza, la etnia, la
religión, la cultura o la discapacidad.
La adopción de la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la justicia social para una globalización equitativa (http://www.ilo.org/global/meetings-and-events/campaigns/vioces-on-social-justice-/WCMS_099768/lang--es/index.htm) es un buen ejemplo de este compromiso ya que, a través de ella, se pretende garantizar resultados equitativos para todos a través del empleo, la protección social, y los principios y derechos fundamentales en el trabajo. (Organización de Naciones Unidas) (https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_Mundial_de_la_Justicia_Social).
GENEALOGIA
CONCEPTUAL DE LA JUSTICIA SOCIAL.
El campo problemático de la
justicia social está atravesado, inicialmente, por aspectos históricos de las
sociedades europeas (primitivas, jerárquicas y de mercado), así como por sus
condiciones de posibilidad en términos epistemológicos. A partir de esos
aspectos históricos, trazamos nuevas maneras de relación entre los seres
humanos, las sociedades actuales y el conocimiento. Entre esas condiciones
subyacen contexto de equidad, igualdad de oportunidades, justicia de derechos
humanos, necesidades colectivas, responsabilidad individual, libertad, autorregulación
y abuso, por mencionar algunos (Miller, 1976; Braham, 1981; Campbell &
Mancilla, 2012). Estos contextos, a su vez, generaron diversas formas de
intelección que han permitido el desmontaje y rearticulación de la justicia
social en sí misma.
Con el afán de mostrar parte
del campo problemático de la justicia social, en breve, presentamos un
ejercicio genealógico acerca de sus conceptualizaciones; para tal efecto,
resultó de utilidad el trabajo de Miller (1976) y de Copeheart y Milovanovic
(2007). Decidirse por los aportes conceptuales de éste apartado no implica
negar las teorizaciones que, en materia de justicia social, se ha realizado en
otras regiones, como Iberoamérica, Latinoamérica o, propiamente en Mexico (para
una consulta en profundidad, revisar los trabajos de CETERA, 2004; Bolívar,
2005; y Latapi, 1983).
Este ejercicio genealógico
no recupera la esencia de la justicia social, es decir su origen: mucho menos
establece la supremacía de una conceptualización sobre otra. Contrario a lo
anterior, resulta prioritario identificar los distintos escenarios donde la
justicia social ha tenido lugar (Foucault, 1997). La genealogía conceptual aquí
mostrada se organiza en cinco grupos, los cuales están en congruencia con un
tipo de pensamiento clásico, moderno, moderno reciente, posmoderno y del estar
capacitado.
DE LA LEY NATURAL A LAS
CONDICIONES PRIMARIAS DE LA DEMOCRACIA.
A este primer grupo de
conceptualizaciones se les puede asociar con una corriente clásica. Destacan
algunas reflexiones de Platón, Aristóteles y Tomas de Aquino. Sus aportes están
relacionados ante todo con idea de Estado, leyes naturales y relaciones
humanas.
Para Platón (1951), la
justicia se presentaba en tres casos: a través de la experimentación de un daño
provocado hacia alguien y la toma de venganza del agraviado; por medio del pago
de las deudas que se adquirían a lo largo de la vida; y con el actuar de un
poder absoluto sobre un grupo de personas.
Por su parte, Aristóteles (2002)
consideraba que la justicia estaba encaminado a la búsqueda de una igualdad
proporcional entre los ciudadanos, es decir, que los iguales deberían ser
tratados como iguales, mientras que los desiguales de manera desigual. En sus
trabajos reconoció la existencia de una justicia distributiva (repartición de
los bienes en cuanto transacciones) y otra de rectificación (asociada a los
daños ocasionados por alguien).
Por último, arraigado en el
pensamiento bíblico, Tomas de Aquino afirmó que la justicia solo existía en la
convivencia entre una ley positiva (de los legisladores) y la ley natural
(divina); así, cuando existía la incongruencia en el ejercicio de lo justo, la
ley natural permitía la desobediencia. Tomas de Aquino distinguió dos modalidades de justicia: una general y
una particular. La primera hacía referencia a las leyes del Estado y, en última
instancia, a la ley natural; la segunda planteaba un proceso de comunicación
(relación de igualdad establecida entre dos personas) y otro de distribución
(relación comunitaria en tanto distribución de bienes comunes).
Estas tres contribuciones
exponen una serie de condicionamientos y binarismos, como ley natural y ley
divina; obediencia y desobediencia; justo en injusto; igualdad y desigualdad,
entre otros. Asimismo, sentaron las bases de lo que ahora se conoce como
ciudadanía, ejercicio democrático, leyes, normas y castigos. En términos
específicos, algunos de estos dualismos siguen presentes en la práctica
cotidiana de las escuelas mexicanas –y latinoamericanas. (https://www.redalyc.org/jatsRepo/998/99843455008/html/index.html).
Consecuentemente, con estos
principios fundantes, de la justicia social, todavía no entendemos cómo se
vulneran, se atacan y se desafía en el escenario internacional. No entendemos
cómo los países mal llamados del “tercer mundo” sigan dominados por el mal
llamado “primer” o “segundo” mundo, y como consecuencia tengamos toda suerte de
males en contra de la justicia social y todos los derechos, y aun, deberes explícitos.
Medidas “coercitivas
unilaterales” o “multilaterales”, sobre pueblos enteros que no se arrodilla a
los poderosos del mundo, no se justifica, de ninguna manera. “Sanciones”, “bloqueos”
y persecución obsesionada, no se puede entender a la luz de las Naciones
Unidas, puesto que, son contrarias al derecho internacional. Y en tales casos,
¿Qué papel tiene las Naciones Unidas?
La gran deuda social es
impagable, puesto que, son siglos de dominación a ultranza. Como no pueden por
la propia verdad contundente, se levantan como gendarme que aplasta y desangra
a su presa. El pez grande se traga al pequeño. Y todo esto, en nombre de la
“libertad” y de la “democracia”. Qué descaro antes los ojos del mundo.
Sin embrago, debemos seguir
sembrando los valores como la justicia social en medio del mar tempestuoso.
Debemos creer que otro mundo es posible, otra humanidad es posible, otro
planeta es posible. Apostemos a la vida, y "no nos cansemos pues de hacer el bien,
porque a su tiempo segaremos, sino desmayamos (Galatas 6:9), y ya estamos segando una buena cosecha de
justicia social. Sigamos este camino, esta verdad y esta vida de las buenas nuevas de Jesus de Nazaret para toda la humanidad.
En esto pensad
JAIRO OBREGÓN
20/02/2020
Maracaibo, Venezuela