Vivimos en un mundo, donde,
la educación y la conciencia, han sido secuestradas por la denominada “sociedad
de consumo”; en una ética mercantilista y monetarista donde todo se compra como
la vida, al ser humano, a la Madre Tierra; la educación y la conciencia está
detrás o entre bastidores.
Como resultado de no tener
una educación y conciencia, se ha confundido el valor con el precio. El valor es lo espiritual como
el amor, el perdón y la compasión; y el precio es el costo de lo material de
los productos, bienes y servicios. Y creo que debe ir en ese orden, primero lo espiritual
luego lo material para que exista un equilibrio en la vida. De ahí, que, la sociedad,
por no guardar ese equilibrio, se ha enfermado, y le ha puesto precio a todo,
incluyendo, la educación y la conciencia.
La educación no educa al
parecer, puesto que solo acondiciona,
ordena, coloca; es cierto, que, educar es la acción de aprender hacer,
adiestrarse en un oficio u profesión, es el logro de una meta hacia la
autorrealización, claro que sí, estamos claros; pero, por no tener conciencia,
solo se hace sin importar qué, ni cómo, ni cuándo. Se educa para favorecer el
establishment sin juicio alguno de conciencia, puesto está al servicio de la
cultura dominante.
Se educa para el continuismo
del consumismo exagerado e irracional. Sin embargo, la educación debe abrir la
conciencia hacia un consumo razonable,
sustentable y sostenible en armonía con la Madre Tierra. No nos cerramos a eso.
La mayoría de las carreras
universitarias siguen el patrón pre-establecido. La educación sigue siendo
bancaria, clasista, cerrada, enclaustrada. No se sale de ese canon de la
dominación, puesto se educa para obedecer y bajar la cabeza. En las
universidades y centros de estudios no se educa para ser emprendedores o
empresarios. No se educa para salir de la pobreza, se educa para continuar con
la pobreza. Se educa para someterse a los patrones y dueños de las fábricas,
comercio u otra actividad. La educación no educa, solo esclaviza.
A este entender, la
educación debería ser liberadora de todo yugo de esclavitud moderna, de todo
patrón cultural y de la imposición de la sociedad civil. Basta de ser un robot,
una marioneta y un esclavo al servicio del auto destrucción compartida.
La conciencia en cambio es
conocimiento, es el saber en sí, es la razón en sí, es la sabiduría de qué
somos en sí; qué hacemos y qué debemos hacer. En medio de esta civilización de
las mercancías y de súper ganancias a cuesta de todo.
Aun, cuando, no existe una
fórmula mágica que lo resuelva todo, ni nadie tiene el monopolio de la verdad
que pueda dar las soluciones a todo lo visto hasta ahora. Veamos algunas
reflexiones a saber.
El conocimiento es
primordial para saber distinguir de lo bueno, lo neutro o lo malo que esta al
nuestro alrededor. Al no conocer las cosas y sus causas, es fácil de caer en el
abismo, sin darse por enterado; puesto que la mente esta entenebrecida,
errática e inverosímil.
La crisis por muy dura que
sea, es posible, convertirla en un catalizador de la conciencia plena, y la
crisis puede educar a ver oportunidades y no importunidades. Se puede aprender
a ver el vaso medio lleno y no el vaso medio vacío. Nada pasa del mismo modo
dos veces. A veces un gran cambio es una gran oportunidad.
La resiliencia es la
capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor
en fuerza motora para superarse y salir fortalecidos de ellas. Una persona
resiliente comprende que es el arquitecto de su propia alegría y su propio
destino.
No necesitamos cambios
físicos, sino cambios mentales y espirituales en la conciencia de cada ser.
Felices aquellos que transfieren cariño, enseñan ternura e inspiran el alma que
tocan.
La actitud, la aptitud y la
altitud, esta triada ofrece mucho que aprender. La actitud es el querer hacer que nace de la conciencia.
La aptitud es saber hacer que procede
de la educación. Y la altitud es la consecución de la educación y la conciencia
puesta en práctica. Es el salto de la
comodidad hacia el crecimiento personal y colectivo.
Cuando aprendas que nada ni
nadie te pertenece en la vida…Aprendes a disfrutar cada momento. A veces hay
que dar el salto de fe, luego viene la conciencia. La suerte es cuando la
preparación encuentra su oportunidad.
Los poderes creadores de los
pueblos, su historia e idiosincrasia. Aun cuando parezca paradójico son éstos
poderes los que dan valor a la conciencia. Es una educación alternativa al
orden establecido. Es la experiencia cuidadosa de la gente que se parece a la
otra gente. No proviene de abolengos, ni son los poderosos, ni los potentados. La
gente piensa en colectivo. Nada detiene a un pueblo resuelto a su dignidad y su
libertad.
Vencer los miedos internos
es un paso seguro para ser diferente, es un paso encontrarse asimismo y verse
tal y como uno es. Es salir de la cárcel mental que paraliza y retrasa, a
sobreponerse, y sacar la fuerza que impulsa hacia delante, es cuando uno se da
cuenta que todo es posible. Sacar esos miedos es lo mejor que nos podrá pasar y
encontrarnos y decirnos qué sí se puede.
Abrazar los cambios no es
tan fácil si la mente acondicionada o cómoda o apegada se resiste contumazmente;
sin embargo, abrazarse al cambio, aceptar los cambios, entender los cambios es
la mejor manera de evolucionar en la vida. Charles Darwin el padre de la
evolución de las especies decía más o menos: “Las especies que mejor se adapten
al cambio, no serán las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más
valientes…son las que mejor se adapten al cambio”.
Amarse a uno mismo, o
quererse uno mismo, no es egoísmo, o narcicismo, o auto compasión, no, no, todo
eso destruye todo lo que uno es y emprenda. Amarse a uno mismo es entender que
hemos venido solo a la vida, que la persona que más me ha acompañado es uno
mismo en el camino de la vida, y que trascendemos solos de esta vida. Todo lo
demás ha sido añadido a nuestro lado, personas, animales y cosas. Aprendamos el
papel preponderante de auto realización en la vida.
Tener fe en Dios o como lo
quieras llamar, la fe esta puesta para vencer obstáculos y estar seguros de la
victoria. La fe o creer en lo que somos, en lo que hacemos es la llave que abre
todo. Las personas de poca fe, o sin fe, son personas que dudan, temerosas,
apagadas, toxicas, y un sinfín de cosas negativas. Alguien dijo que una persona
así ni Dios ni el diablo lo quieren. Esa convicción de la esperanza es el
secreto para salir adelante en todo lo que imaginamos que podamos ser y hacer.
La paz interior debe ser
cultivada en cada ser humano. La paz no está afuera está adentro. La oración,
la meditación o la respiración son de ayuda en medio de la tormenta. Es tener
paz en medio de la tempestad de la vida. La fe, la esperanza y el amor son los
verdaderos motivos de abrirnos paso en todo momento y en todo lugar. En Jesús
el Hijo del hombre lo pedimos. Amén.
En esto pensad.
JAIRO OBREGON
26/07/2018
San Francisco, Zulia,
Venezuela.