La causa de casi todos los males que aquejan a
la humanidad esta atornillada por la acumulación de la codicia. Desde que el
hombre—mujer pudo dominar con egocentrismo a sus semejantes, la humanidad jamás
ha sido feliz equitativamente. Es por ello que nos encontramos con las
desigualdades de la clasificación de estratos sociales, donde los poderosos
tienen todas las de ganar y los débiles de perder. Esto nos lleva a pensar, si
hay pobres, es porque hay ricos. Así de tajante.
El mundo tiene más de siete mil millones de personas y más de un mil
millones pasan hambre extrema… “Ese
cuadro tan horrible se debe a una enfermedad del alma que se llama codicia. No
es una cosa nueva. La codicia no vamos a decir que empieza con la humanidad.
Pero empieza hace 10 u 8 mil años con la revolución neolítica cuando se inventa
la agricultura y por primera vez el hombre tiene excedentes. Produce más de lo
que necesita. Entonces tiene la necesidad de aprovechar eso para aumentar lo
que tiene. Esa enfermedad del alma yo la llamo muchas veces el sida del alma
porque está amenazando, incluso, con la extinción de la especie humana.”[1] Afirmó
Miguel D´ Escoto, Ex Presidente de las Naciones Unidas.
La
historia de la humanidad está caracterizada por esta tragedia de desenfreno por
conseguir cosas a cuesta de lo que sea y como sea, no importando nada por tan
solo conseguirlo. A esto se llama desenfreno o caos. La tierra puede darnos de
comer a todas sus criaturas con un debido cuidado y producción. No se puede
pensar que tan sólo unos pocos coman y los demás no coman. Esto es codicia. La
cultura occidental acuñó estos malvados valores para acumular y despilfarrar.
Esto no es aceptable.
“Muchos comentaristas han dicho. <<Sabemos
lo que tenemos que hacer, pero nos falta la voluntad para hacerlo>>. ¿Por
qué? Porque parece que no somos capaces de dejar a un lado nuestros intereses egoístas
y cortos de miras, nuestro individualismo.
Quienes tienen más de lo que necesitan han de apretarse el cinturón y
reducir el nivel de vida. Todos necesitamos renunciar a la idea del crecimiento
económico ilimitado. Pero el individualismo y el egoísmo grupal no nos permiten
hacerlo. Cualquier político que proponga algo que se asemeje remotamente a
esto, sencillamente no obtendrá los votos de la mayoría de los electores. Nos falta
voluntad política para hacer lo que es necesario, porque la mayoría de las personas
no son capaces de ir más allá de sus egos en una medida suficiente para considerar
las necesidades de los otros, y en especial las necesidades de las generaciones
futuras. El Ego no quiere saber. Así,
se niega el problema y se impide que se conozca. Es evidente que esto
constituye el suicidio de la raza humana.
No
es cuestión culpar de nuestros problemas a todas las personas egoístas del
mundo. No es apropiado lanzar acusaciones o condenas, ni desencadenar una caza
de brujas o ponerse a buscar un chivo expiatorio. Es cuestión de reconocer que
no podemos seguir adelante sin afrontar el problema del ego desenfrenado; lo
cual nos exige examinar detenidamente también nuestro ego.
Hay
muchos activistas valientes que no ahorran ningún esfuerzo para que la gente
tome conciencia y para movilizar a las personas con el fin de salvar la Tierra.
También es cada vez mayor el número de los maestros espirituales que trabajan
intensamente para liberar a las personas de la tiranía del ego. Ciertamente, tiene razón Joanna Macy cuando
dice: <<En nuestro mundo está sucediendo algo importante que no se va a
publicar en los periódicos. Pienso que es el fenómeno más fascinante y
esperanzador de nuestro tiempo, y es una de las razones por la que soy tan
feliz de vivir actualmente. Me refiero a lo que está sucediendo con la noción
del yo>>. Psicólogos, filósofos,
sociólogos, escritores espirituales y místicos de diferentes tradiciones
religiosas están estudiando las consecuencias destructivas del egoísmo y las
prácticas -nuevas y antiguas- que podrían permitirnos superar nuestro narcisismo.
Muchos de esos estudios están centrados en el ego…”[2] Aseguró Albert Nolan eminente escritor
africano.
¿Qué
vamos hacer con nuestro egocentrismo? ¿Cómo sanarnos de esta enfermedad del yo—codicia?
¿Seremos capaces de razonar en frente a la destrucción de quererlo todo?
¿Podremos compartir los unos a los otros sin distinciones y mezquindades?
En esto pensad.
JAIRO OBREGÓN
FUNDACIÓN MISIONERA OBREGÓN
Twitter:
@obregonjairo
Facebook:
Fundaobregon Obregon
2013-07-16 horas: 10pm. San
Francisco, Venezuela.
[1] Miguel D´ Escoto entrevistado
por el PSUV. Google
[2] Albert Nolan. Jesús Hoy. Una Espiritualidad de
Libertad Radical.
Editorial
Terrae Santander, 2007