Un viejo adagio reza: “El
miedo al miedo, es peor que el mismo miedo”. Esto, es, con relación con la
Pandemia del Covid-19 (coronavirus denominado 2019) que azota a más de la mitad
del mundo en estos momentos. El miedo es libre, y ha paralizado la economía,
los mercados bursátiles, los mercados en general, el petróleo, los viajes, el
cierre de fronteras. Estamos ante el primer “estado de sitio de la historia” de
la humanidad, un “toque de queda global”, por una dictadura mundialista. El
miedo paraliza, neutraliza, atonta, aminora, entumece, vulneraliza, desmiembra,
acondiciona, asfixia, enferma y mata sin misericordia. Digamos que es un miedo
infundado, importado, traído de afuera que nosotros lo hemos comprado como
mercancía de consumo masivo. Cuidado con caer en las garras del pánico, la desesperación,
el terror que se deslice en la depresión, o, la ansiedad de no saber qué
sobrevendrá. Sin embargo, el miedo sabiéndose administrar con discernimiento de
conciencia sería un buen aliado.
Se debe acatar –“no atacar”-
todas las medidas que las autoridades sanitarias anuncian, desde tapa bocas,
lavado de manos, cuarentenas preventivas, siempre bajo vigilancia médica o científica.
Desde aquí, modestamente, nuestras felicitaciones a todos los que arriesgan sus
vidas para preservar la vida de todos y todas. La salud es un don de todos que
debemos cuidar a toda costa entre todos. Elevemos la conciencia por sobre todas
las cosas de la solidaridad, de la compasión y de la misericordia.
Ante todo lo mencionado, nos
preguntamos, ¿Qué es lo que está pasando? ¿A dónde nos quieren llevar? ¿Será
una guerra bacteriológica? ¿Quiénes son realmente los artífices de esta
situación? ¿Es posible que exista una reingeniería mundial? ¿Es qué yá estamos
ante el “Nuevo Orden mundial? ¿Y que más viene después de esto? Desde luego,
con exactitud no lo sabemos a ciencia cierta. De curiosidad que un virus
paralice el mundo de la noche a la mañana. Sin embargo, a todo esto se le ve la
costura. Como se dice en el argot popular: “Cuando el rio suena es porque
piedras trae”.
Me es un honor referirme de
un artículo esclarecedor, y concientizador, que nos abre al debate de las
ideas, al sentido crítico de la historia. Me refiero al profesor Luis Bonilla
Molina, publicado por el portal de Aporrea para el análisis de éstos y otros
acontecimientos. Veamos en contexto.
“EN
CASA Y SIN TOCAR A OTROS: CORONAVIRUS O REINGENIERIA SOCIAL A ESCALA PLANETARIA.
Preámbulo.
Nuestro modelo societal
capitalista se estructuró alrededor de la producción de mercancías y el
consumo, con una epistemología derivada de la primera y segunda revolución
industrial. Lo que llamamos pensamiento moderno adquirió forma cotidiana a
partir del uso del desarrollo científico y tecnológico para nuestra realidad
inmediata, así como los requerimientos para el impulso de una aceleración de la innovación de esta
ciencia y tecnología.
La escuela y la universidad
adquirieron especial relevancia como potenciales generadores del conocimiento y
la formación profesional indispensables para la gobernanza (ciudadanía,
consumo, hegemonía ideológica), pero esencialmente para la dinamización de esta
aceleración de la innovación. La escuela y la universidad jugaban un papel
adicional de contención de los más chicos y jóvenes, mientras, el padre
primero, y luego también las madres se incorporaban al mundo del trabajo. Los
salarios usados para el consumo, cada vez más precario, cerraban el círculo de
la sociedad capitalista de la primera y segunda revolución industrial.
El encuentro humano
articulaba y expresaba el consumo, sus modalidades y nuevas expectativas. Basta
ver la publicidad del siglo XX para darnos cuenta que encuentro humano,
mercancía y consumo formaba la triada cotidiana de la sociedad capitalista.
La escuela y la universidad
contribuyeron a la aceleración de la innovación científica y tecnológica que
demandaba el capitalismo, hasta que en los sesenta del siglo XX ocurrió el
desembarco de la tercera revolución industrial. Este nuevo periodo generó una
nueva fase de concentración del esfuerzo orientado a la aceleración de la
innovación, ahora recolonizados en laboratorios privados. Esto se debió a dos
grandes agendas, la primera elevar la eficacia entre costos y resultados y
segundo, soslayar los controles éticos pues mucho del esfuerzo investigativo estaba
orientado al complejo militar (guerra bacteriológica, genoma humano, armamento
con soporte informático, bilogía digital, conocimiento profundo y control de la
mente humana, entre otros). Con la llegada de la globalización económica y la
mundialización de los ochenta, una parte importante de los(as) científicos
universitarios pasan a trabajar en laboratorios privados o bajo la tutela y
juramento de secreto impuesto por las grandes corporaciones.
La escuela y la universidad
no lograron captar la nueva dinámica a pesar que surgieron múltiples voces que
alertaron sobre algunas de las expresiones de esta nueva realidad. Era mucho lo
que el capitalismo informático de la tercera revolución industrial requería
cambiar; a pesar del modelo disciplinar a un enfoque transdisciplinario
resultaba un giro de ciento ochenta grados en las rutinas, performances y
estructuras institucionales y, las instituciones educativas lejos de
movilizarse se paralizaron. Hablaron mucho de transdisciplinariedad, pero
siguieron operando sobre una lógica disciplinar ya obsoleta para el gran
capital.
Desprovistas de una mirada
de lucha de clases, las dinámicas institucionales de las escuelas y las
universidades no fueron capaces de captar que el movimiento incesante constituye unas de las características de las
resistencias anticapitalistas. Consideraron que eran útiles como venían
trabajando y que ahora habían surgido nuevas instituciones que harían lo que
ellas no estaban dispuestas hacer. Este fue un error estratégico porque no
percibieron que estaban dejando en manos de otros el epicentro del conocimiento
vinculado a la aceleración de la innovación.
La convergencia de los
conocimientos científicos y tecnológico de última generación (genoma humano,
nanotecnología, conexión 5G, inteligencia artificial, big data, robótica,
neurona digital) abrieron paso a la construcción de un curso hacia la cuarta
revolución industrial.
Pero la cuarta revolución
demandaba una nueva estructura social, derivada del nuevo modelo de producción
de ciernes y de las dinámicas de trabajo y consumo que de ello generen. Ahora
se trata de un giro de trecientos sesenta grados, pero es espiral ascendente y
con tendencia concéntrica, que implica modificar todas las estructuras sociales
existentes. El capitalismo cognitivo del siglo XXI se abría paso y se
consolidaba.
En múltiples artículos y
conferencias de los últimos años insistí en trabajar en varios escenarios –dice
el articulista- y análisis de proyectos de la cuarta revolución industrial. Uno
de ellos, con mayores probabilidades teóricas colocaba a la casa como epicentro
del trabajo, el consumo, la educación y la gobernabilidad. Para ello implicaba
un proceso de reeducación sin precedentes, algo que no era fácil instrumentar
para una reingeniería social de tal magnitud.
El problema es que el
desembarco de la cuarta revolución industrial está a la vuelta de la esquina;
entonces para el capital se trataba de resolver una ecuación tan compleja en el
corto plazo, mientras que para muchas de las resistencias anticapitalistas este
debate les solía resultar un ejercicio de ciencia ficción. La realidad nos
demostraría que para el capitalismo cualquier barrera es posible derrumbarla.
CORONAVIRUS:
LA PANDEMIA DEL MIEDO.
De pronto, irrumpe en el
escenario una pandemia con impacto profundo en toda la sociedad global, el
coronavirus. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) “los coronavirus
son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en
animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan
infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta
enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y
el síndrome de respiratorio agudo severo (SRAS). El coronavirus que se ha
descubierto más recientemente causa la enfermedad por coronavirus COVID-19. La
COVID-19 es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha
descubierto más recientemente. Tanto el nuevo virus como la enfermedad eran
desconocidos antes que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre 2019.
(OMS, 2019).
Ya la humanidad había
presenciado con temor el surgimiento de pandemias como el H1N1 y la epidemia de
Ébola (1976-2016), con brotes intermitentes. Sin embargo, ninguna de ellas
había alcanzado la diseminación del Coronavirus.
No voy a entrar en el debate
a su –si- es un virus de mutación natural o fue creado en laboratorio, porque
no dispongo de los elementos de convicción suficientes para afirmar ni lo uno
ni lo otro –aclara el autor-. Lo que si es cierto que en menos de tres meses más
de ciento veinticinco países sufrieron el impacto del virus.
Pero ahí comienza las
explicaciones que constituyen una nueva hegemonía mundial. Se señala que el
Coronavirus se extiende fundamentalmente por el relacionamiento humano y al
entrar en contacto con superficies donde este depositada de manera residual la
cepa del virus. Se culpa a los viajeros, especialmente de los vuelos aéreos y
los cruceros, de ser los trasmisores y difusores del virus.
La sociedad capitalista del
siglo XX e inicios del XXI había convertido en un derecho civilizatorio la
movilidad humana, por lo que restringirla se convertía en un problema. De
pronto el coronavirus hace posible lo impensable, el temor a viajar se va
instalando en el imaginario colectivo social y el número de viajeros cae
drásticamente hasta que no solo es esperado, sino exigido, que en cientos de
países se prohíba viajar. No movernos del lugar pareciera ser el meta –del-
mensaje.
Del terror de viajar se pasa
al horror por el contacto humano, como si el vecino, el amigo, la persona que
encontramos en el metro, el autobús o la calle fuera un potencial vector, un
peligro para nuestra salud. Los cimientos de la vieja sociabilidad de la
primera, segunda e incluso de la tercera revolución industrial se ven
cuestionados. La deshumanización adquiere una nueva escala y el desencuentro se
convierte en un “acto responsable”. Se neutraliza el desencuentro humano.
Podemos vivir sin estar en contacto con los otros y otras pareciera ser el
mensaje que se instala en la civilización humana.
El horror causado por los
miles de muertos en todo el orbe hace que sectores populares y la clase media
invoquen medidas autoritarias de control. Se eclipsa la noción democrática de
la toma de decisiones por una apelación colectiva a la “manus military”. Los
estados de alerta, emergencia y de suspensión de garantías se hacen
“inevitable” y surge el primer Estado de sitio planetario. El autoritarismo
emerge con base social, el fascismo tecnológico
de la cuarta revolución social es un rio desbocado que se abre paso.
Los y las trabajadores
habíamos construido una identidad de nuestra labor que nos hacía
imprescindibles y de pronto encontramos que la sociedad puede marchar, con un
nuevo modelo de organización, sin muchos de los trabajos a los cuales estamos
acostumbrados se realicen.
Cobran sentido posible y
practico las afirmaciones de Klaus Snowb, creador del Foro Mundial de Davos,
respeto a que el desembarco de la cuarta revolución industrial traería millones
de desempleos en el mundo, porque muchos de los trabajos que veníamos
realizando, asociados al mundo del trabajo y el consumo en las tres
revoluciones industriales precedentes ya no tendría razón de ser. Se constituye
la hegemonía social respecto a que muchos trabajos son prescindibles.
Durante semanas, la sociedad
comienza a reordenarse en casa. Se educa o expande el consumo “online” o el
“Delivery”. Se promueve con hechos de la nueva educación para el consumo.
Millones de seres humanos entran en contacto acelerado con algo que aún les
resultaba etéreo e incómodo, el nuevo de modelo de consumo en casa.
El sueño dorado del
capitalismo cognitivo del siglo XXI se muestra en la cotidianidad. Millones de
seres humano (s) son lanzados a la educación en casa, una nueva experiencia que
parecía imposible cuando solo unos años atrás
comenzamos a señalarlo como un Apagón
Pedagógico Global (APG), un escenario factible para reingeniería social en
ciernes, algo que trabaremos nuevamente los próximos días en artículos por
separado. Ya académicos como Norman Antonio Boscan y Jesús Alemancia comenzaron
a exponer sus implicaciones en sociedades como la panameña. Para poder
concretar el salto, se ensayan plataformas y propuestas, mientras las familias
aprenden colectivamente que es posible educar en casa, sin el acompañamiento de
docentes, creando confusión sobre las diferencias entre enseñar a aprender y
recibir información.
El miedo le construyó
condiciones de posibilidad a un nuevo paradigma social. El miedo cohesionó
mentalidades y forzó a ver nuevos caminos de cruce entre aceleración de la
innovación y modelo de organización societal. Mientras tanto, en las élites
superestructurales de poder, la pugna interburguesa continua con dos escenarios
posibles: guerra para resolver las diferencias o integración del capital
trasnacional para dar pasó al nuevo imperio tricéfalo extraterritorial. Veremos
en los próximos meses y años (¿) el curso de esta puja.
Todo lo anterior deja una
huella imborrable en la epistemología ciudadana de los individuos de una
sociedad cada vez más mundializada culturalmente, en la cual la diversidad es
suprimida, considerada una anormalidad, creándose superfluos estereotipos de
simulación de esas diversidades.
DESPUES
DE LA CRISIS UNA NUEVA HEGEMONIA CAPITALISTA
SE HABRIA INSTALADO.
Es previsible que en meses
se supere la pandemia del Coronavirus. El modelo de control ensayado en China
moldeará el curso de la resolución de esta crisis colectiva en materia de
salud.
Todo vivirá la apariencia de
volver a la “normalidad” pero ya no seremos los mismos. La hegemonía sobre una
nueva forma de construir las sociedades del capitalismo de la cuarta revolución
industrial será ya no una utopia, sino algo posible para miles de millones de
hombres y mujeres en todo el planeta.
La nueva normalidad estará
preñada de certezas sobre la necesidad de repensar la casa, como un escenario
de vida, trabajo, educación, salud, seguridad y gobernabilidad. El mundo se nos
hará incontrolable y la tranquilidad de lo que podemos moldear tendrá en la
casa un espacio privilegiado.
Seguramente vendrán nuevas
crisis y otras formas de consolidar la hegemonía para la nueva sociedad, pero
la semilla del “nuevo” modelo capitalista ha sido sembrado. Es hora que las
resistencias anticapitalistas se atrevan a pensar esta nueva realidad, que ya
no es una teorema, sino que se nos ha mostrado una realidad concreta.
EPILOGO:
LA ERA DE LA SINGULARIDAD ESTA CERCA, EN LA FRONTERA FINAL DE LA CUARTA
REVOLUCION INDUSTRIAL.
Entre la primera revolución
industrial y el cambio drástico que implica la cuarta revolución industrial
mediaron dos siglos. Esto nos puede dar la falsa certeza que habrá que
adaptarnos a lo nuevo porque esto nos marcará para el resto de nuestras vidas.
Nada más alejado de la
realidad. Si observamos la línea de aceleración de la innovación científica
tecnológica podremos ver con claridad como el nuevo quiebre se plantea en
cualquier momento a partir del 2045, es decir, solo veinticinco años adelante.
A esta nueva ruptura y
crisis civilizatoria Kurzweil (2012) le ha dado el nombre de “era de la
singularidad”, que no es otra cosa que el advenimiento de una sociedad en la
cual la fusión de vida biológica y tecnología será un fenómeno a gran escala.
Pero dejemos eso para otro artículo.
Todo ello plantea a quienes
nos ubicamos en el plano de las resistencias capitalistas, desafíos, tareas y
debates. La explotación del hombre por el hombre no desaparecerá por el
contrario adquirirá nuevas y terribles expresiones. Los y las revolucionarios,
debemos como lo hizo Marx, desde lo concreto del presente anticipar el mañana
con propuestas alternativas”. (Artículo
| En casay sin tocar a otros: coronavirus o reingeniería social a escala
planetaria | Por: Luis Bonilla Molina | Lunes, 16/03/2020 9:52pm | ©Copyleft
Aporrea.org | Diseño, código HTML5 y programación hecho a mano por nosotros
usando herramientas de Software Libre | Tráfico certificado por Alexa.com |
Fuente Web | https://www.aporrea.org/actualidad/a288155.html).
Estamos ante un nuevo cambio
de paradigma implantado en el imaginario de la innovación, de los creadores de
la cuarta revolución industrial. Y una de sus estrategias es implementar
medidas de todo tipo, para ir logrando sus objetivos. Somos muchos millones de
seres humanos en la población mundial, esto conlleva a dos escenarios: uno, o,
contener a la humanidad a encerrarlas en sus casas a como dé lugar, utilizando
la modalidad del “MIEDO”, con “virus” (Covid-19) y un sinfín de cosas más. Y, dos, o, establecer “sacrificios necesarios”
para erradicar la basta población, que se ve como una amenaza, utilizando la modalidad
de la muerte de millones de personas, con “armas de destrucción masiva”. O,
ambas, al mismo tiempo. No lo sabemos a ciencia cierta. Pero existen suficientes
razones para creerlo o intuirlo.
No podemos cerrar desde la
desesperanza total, ante esta realidad nueva de la innovación tecnológica del
industrialismo. La historia nos ha mostrado que los imperios, reinos pasaron y
que la vida evolucionó de miles de maneras sorprendentes, e inesperadas. El Espiritu
de Vida, que da la Vida, y es la Vida siempre tendrá de alguna manera otras
formas de alternativas que ni nos imaginamos. Dios no está muerto. Dios está
vivo. Ese Dios o como cada quien lo crea, lo piense, o le dé el nombre que le
quiera dar. Esa energía o misterio siempre presente nos mostrará sus actos salvíficos,
o, salvantes, o, salvadora. Es el don de la vida quien nos cuida y nos guiará a
todo lo bueno y amable en la más grande de todas las cosas, el amor, como la más
grande de las energías del universo, según Albert Einstein, por ejemplo. Viva la
vida.
En esto pensad
JAIRO OBREGÓN
19/03/2020
Maracaibo, Venezuela