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jueves, 19 de marzo de 2020

CORONAVIRUS COVID-19: LA PANDEMIA DEL MIEDO

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Un viejo adagio reza: “El miedo al miedo, es peor que el mismo miedo”. Esto, es, con relación con la Pandemia del Covid-19 (coronavirus denominado 2019) que azota a más de la mitad del mundo en estos momentos. El miedo es libre, y ha paralizado la economía, los mercados bursátiles, los mercados en general, el petróleo, los viajes, el cierre de fronteras. Estamos ante el primer “estado de sitio de la historia” de la humanidad, un “toque de queda global”, por una dictadura mundialista. El miedo paraliza, neutraliza, atonta, aminora, entumece, vulneraliza, desmiembra, acondiciona, asfixia, enferma y mata sin misericordia. Digamos que es un miedo infundado, importado, traído de afuera que nosotros lo hemos comprado como mercancía de consumo masivo. Cuidado con caer en las garras del pánico, la desesperación, el terror que se deslice en la depresión, o, la ansiedad de no saber qué sobrevendrá. Sin embargo, el miedo sabiéndose administrar con discernimiento de conciencia sería un buen aliado.

Se debe acatar –“no atacar”- todas las medidas que las autoridades sanitarias anuncian, desde tapa bocas, lavado de manos, cuarentenas preventivas, siempre bajo vigilancia médica o científica. Desde aquí, modestamente, nuestras felicitaciones a todos los que arriesgan sus vidas para preservar la vida de todos y todas. La salud es un don de todos que debemos cuidar a toda costa entre todos. Elevemos la conciencia por sobre todas las cosas de la solidaridad, de la compasión y de la misericordia.

Ante todo lo mencionado, nos preguntamos, ¿Qué es lo que está pasando? ¿A dónde nos quieren llevar? ¿Será una guerra bacteriológica? ¿Quiénes son realmente los artífices de esta situación? ¿Es posible que exista una reingeniería mundial? ¿Es qué yá estamos ante el “Nuevo Orden mundial? ¿Y que más viene después de esto? Desde luego, con exactitud no lo sabemos a ciencia cierta. De curiosidad que un virus paralice el mundo de la noche a la mañana. Sin embargo, a todo esto se le ve la costura. Como se dice en el argot popular: “Cuando el rio suena es porque piedras trae”.

Me es un honor referirme de un artículo esclarecedor, y concientizador, que nos abre al debate de las ideas, al sentido crítico de la historia. Me refiero al profesor Luis Bonilla Molina, publicado por el portal de Aporrea para el análisis de éstos y otros acontecimientos. Veamos en contexto.

“EN CASA Y SIN TOCAR A OTROS: CORONAVIRUS O REINGENIERIA SOCIAL A ESCALA PLANETARIA.

Preámbulo.

Nuestro modelo societal capitalista se estructuró alrededor de la producción de mercancías y el consumo, con una epistemología derivada de la primera y segunda revolución industrial. Lo que llamamos pensamiento moderno adquirió forma cotidiana a partir del uso del desarrollo científico y tecnológico para nuestra realidad inmediata, así como los requerimientos para el impulso de una aceleración de la innovación de esta ciencia y tecnología.

La escuela y la universidad adquirieron especial relevancia como potenciales generadores del conocimiento y la formación profesional indispensables para la gobernanza (ciudadanía, consumo, hegemonía ideológica), pero esencialmente para la dinamización de esta aceleración de la innovación. La escuela y la universidad jugaban un papel adicional de contención de los más chicos y jóvenes, mientras, el padre primero, y luego también las madres se incorporaban al mundo del trabajo. Los salarios usados para el consumo, cada vez más precario, cerraban el círculo de la sociedad capitalista de la primera y segunda revolución industrial.

El encuentro humano articulaba y expresaba el consumo, sus modalidades y nuevas expectativas. Basta ver la publicidad del siglo XX para darnos cuenta que encuentro humano, mercancía y consumo formaba la triada cotidiana de la sociedad capitalista.

La escuela y la universidad contribuyeron a la aceleración de la innovación científica y tecnológica que demandaba el capitalismo, hasta que en los sesenta del siglo XX ocurrió el desembarco de la tercera revolución industrial. Este nuevo periodo generó una nueva fase de concentración del esfuerzo orientado a la aceleración de la innovación, ahora recolonizados en laboratorios privados. Esto se debió a dos grandes agendas, la primera elevar la eficacia entre costos y resultados y segundo, soslayar los controles éticos pues mucho del esfuerzo investigativo estaba orientado al complejo militar (guerra bacteriológica, genoma humano, armamento con soporte informático, bilogía digital, conocimiento profundo y control de la mente humana, entre otros). Con la llegada de la globalización económica y la mundialización de los ochenta, una parte importante de los(as) científicos universitarios pasan a trabajar en laboratorios privados o bajo la tutela y juramento de secreto impuesto por las grandes corporaciones.

La escuela y la universidad no lograron captar la nueva dinámica a pesar que surgieron múltiples voces que alertaron sobre algunas de las expresiones de esta nueva realidad. Era mucho lo que el capitalismo informático de la tercera revolución industrial requería cambiar; a pesar del modelo disciplinar a un enfoque transdisciplinario resultaba un giro de ciento ochenta grados en las rutinas, performances y estructuras institucionales y, las instituciones educativas lejos de movilizarse se paralizaron. Hablaron mucho de transdisciplinariedad, pero siguieron operando sobre una lógica disciplinar ya obsoleta para el gran capital.

Desprovistas de una mirada de lucha de clases, las dinámicas institucionales de las escuelas y las universidades no fueron capaces de captar que el movimiento incesante constituye unas de las características de las resistencias anticapitalistas. Consideraron que eran útiles como venían trabajando y que ahora habían surgido nuevas instituciones que harían lo que ellas no estaban dispuestas hacer. Este fue un error estratégico porque no percibieron que estaban dejando en manos de otros el epicentro del conocimiento vinculado a la aceleración de la innovación.

La convergencia de los conocimientos científicos y tecnológico de última generación (genoma humano, nanotecnología, conexión 5G, inteligencia artificial, big data, robótica, neurona digital) abrieron paso a la construcción de un curso hacia la cuarta revolución industrial.

Pero la cuarta revolución demandaba una nueva estructura social, derivada del nuevo modelo de producción de ciernes y de las dinámicas de trabajo y consumo que de ello generen. Ahora se trata de un giro de trecientos sesenta grados, pero es espiral ascendente y con tendencia concéntrica, que implica modificar todas las estructuras sociales existentes. El capitalismo cognitivo del siglo XXI se abría paso y se consolidaba.

En múltiples artículos y conferencias de los últimos años insistí en trabajar en varios escenarios –dice el articulista- y análisis de proyectos de la cuarta revolución industrial. Uno de ellos, con mayores probabilidades teóricas colocaba a la casa como epicentro del trabajo, el consumo, la educación y la gobernabilidad. Para ello implicaba un proceso de reeducación sin precedentes, algo que no era fácil instrumentar para una reingeniería social de tal magnitud.

El problema es que el desembarco de la cuarta revolución industrial está a la vuelta de la esquina; entonces para el capital se trataba de resolver una ecuación tan compleja en el corto plazo, mientras que para muchas de las resistencias anticapitalistas este debate les solía resultar un ejercicio de ciencia ficción. La realidad nos demostraría que para el capitalismo cualquier barrera es posible derrumbarla.

CORONAVIRUS: LA PANDEMIA DEL MIEDO.

De pronto, irrumpe en el escenario una pandemia con impacto profundo en toda la sociedad global, el coronavirus. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) “los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome de respiratorio agudo severo (SRAS). El coronavirus que se ha descubierto más recientemente causa la enfermedad por coronavirus COVID-19. La COVID-19 es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Tanto el nuevo virus como la enfermedad eran desconocidos antes que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre 2019. (OMS, 2019).

Ya la humanidad había presenciado con temor el surgimiento de pandemias como el H1N1 y la epidemia de Ébola (1976-2016), con brotes intermitentes. Sin embargo, ninguna de ellas había alcanzado la diseminación del Coronavirus.

No voy a entrar en el debate a su –si- es un virus de mutación natural o fue creado en laboratorio, porque no dispongo de los elementos de convicción suficientes para afirmar ni lo uno ni lo otro –aclara el autor-. Lo que si es cierto que en menos de tres meses más de ciento veinticinco países sufrieron el impacto del virus.

Pero ahí comienza las explicaciones que constituyen una nueva hegemonía mundial. Se señala que el Coronavirus se extiende fundamentalmente por el relacionamiento humano y al entrar en contacto con superficies donde este depositada de manera residual la cepa del virus. Se culpa a los viajeros, especialmente de los vuelos aéreos y los cruceros, de ser los trasmisores y difusores del virus.

La sociedad capitalista del siglo XX e inicios del XXI había convertido en un derecho civilizatorio la movilidad humana, por lo que restringirla se convertía en un problema. De pronto el coronavirus hace posible lo impensable, el temor a viajar se va instalando en el imaginario colectivo social y el número de viajeros cae drásticamente hasta que no solo es esperado, sino exigido, que en cientos de países se prohíba viajar. No movernos del lugar pareciera ser el meta –del- mensaje.

Del terror de viajar se pasa al horror por el contacto humano, como si el vecino, el amigo, la persona que encontramos en el metro, el autobús o la calle fuera un potencial vector, un peligro para nuestra salud. Los cimientos de la vieja sociabilidad de la primera, segunda e incluso de la tercera revolución industrial se ven cuestionados. La deshumanización adquiere una nueva escala y el desencuentro se convierte en un “acto responsable”. Se neutraliza el desencuentro humano. Podemos vivir sin estar en contacto con los otros y otras pareciera ser el mensaje que se instala en la civilización humana.

El horror causado por los miles de muertos en todo el orbe hace que sectores populares y la clase media invoquen medidas autoritarias de control. Se eclipsa la noción democrática de la toma de decisiones por una apelación colectiva a la “manus military”. Los estados de alerta, emergencia y de suspensión de garantías se hacen “inevitable” y surge el primer Estado de sitio planetario. El autoritarismo emerge con base social, el fascismo tecnológico de la cuarta revolución social es un rio desbocado que se abre paso.

Los y las trabajadores habíamos construido una identidad de nuestra labor que nos hacía imprescindibles y de pronto encontramos que la sociedad puede marchar, con un nuevo modelo de organización, sin muchos de los trabajos a los cuales estamos acostumbrados se realicen.

Cobran sentido posible y practico las afirmaciones de Klaus Snowb, creador del Foro Mundial de Davos, respeto a que el desembarco de la cuarta revolución industrial traería millones de desempleos en el mundo, porque muchos de los trabajos que veníamos realizando, asociados al mundo del trabajo y el consumo en las tres revoluciones industriales precedentes ya no tendría razón de ser. Se constituye la hegemonía social respecto a que muchos trabajos son prescindibles.

Durante semanas, la sociedad comienza a reordenarse en casa. Se educa o expande el consumo “online” o el “Delivery”. Se promueve con hechos de la nueva educación para el consumo. Millones de seres humanos entran en contacto acelerado con algo que aún les resultaba etéreo e incómodo, el nuevo de modelo de consumo en casa.

El sueño dorado del capitalismo cognitivo del siglo XXI se muestra en la cotidianidad. Millones de seres humano (s) son lanzados a la educación en casa, una nueva experiencia que parecía imposible cuando solo unos años atrás  comenzamos a  señalarlo como un Apagón Pedagógico Global (APG), un escenario factible para reingeniería social en ciernes, algo que trabaremos nuevamente los próximos días en artículos por separado. Ya académicos como Norman Antonio Boscan y Jesús Alemancia comenzaron a exponer sus implicaciones en sociedades como la panameña. Para poder concretar el salto, se ensayan plataformas y propuestas, mientras las familias aprenden colectivamente que es posible educar en casa, sin el acompañamiento de docentes, creando confusión sobre las diferencias entre enseñar a aprender y recibir información.

El miedo le construyó condiciones de posibilidad a un nuevo paradigma social. El miedo cohesionó mentalidades y forzó a ver nuevos caminos de cruce entre aceleración de la innovación y modelo de organización societal. Mientras tanto, en las élites superestructurales de poder, la pugna interburguesa continua con dos escenarios posibles: guerra para resolver las diferencias o integración del capital trasnacional para dar pasó al nuevo imperio tricéfalo extraterritorial. Veremos en los próximos meses y años (¿) el curso de esta puja.

Todo lo anterior deja una huella imborrable en la epistemología ciudadana de los individuos de una sociedad cada vez más mundializada culturalmente, en la cual la diversidad es suprimida, considerada una anormalidad, creándose superfluos estereotipos de simulación de esas diversidades.

DESPUES DE LA CRISIS UNA NUEVA HEGEMONIA CAPITALISTA  SE HABRIA INSTALADO.

Es previsible que en meses se supere la pandemia del Coronavirus. El modelo de control ensayado en China moldeará el curso de la resolución de esta crisis colectiva en materia de salud.

Todo vivirá la apariencia de volver a la “normalidad” pero ya no seremos los mismos. La hegemonía sobre una nueva forma de construir las sociedades del capitalismo de la cuarta revolución industrial será ya no una utopia, sino algo posible para miles de millones de hombres y mujeres en todo el planeta.

La nueva normalidad estará preñada de certezas sobre la necesidad de repensar la casa, como un escenario de vida, trabajo, educación, salud, seguridad y gobernabilidad. El mundo se nos hará incontrolable y la tranquilidad de lo que podemos moldear tendrá en la casa un espacio privilegiado.

Seguramente vendrán nuevas crisis y otras formas de consolidar la hegemonía para la nueva sociedad, pero la semilla del “nuevo” modelo capitalista ha sido sembrado. Es hora que las resistencias anticapitalistas se atrevan a pensar esta nueva realidad, que ya no es una teorema, sino que se nos ha mostrado una realidad concreta.

EPILOGO: LA ERA DE LA SINGULARIDAD ESTA CERCA, EN LA FRONTERA FINAL DE LA CUARTA REVOLUCION INDUSTRIAL.

Entre la primera revolución industrial y el cambio drástico que implica la cuarta revolución industrial mediaron dos siglos. Esto nos puede dar la falsa certeza que habrá que adaptarnos a lo nuevo porque esto nos marcará para el resto de nuestras vidas.

Nada más alejado de la realidad. Si observamos la línea de aceleración de la innovación científica tecnológica podremos ver con claridad como el nuevo quiebre se plantea en cualquier momento a partir del 2045, es decir, solo veinticinco años adelante.

A esta nueva ruptura y crisis civilizatoria Kurzweil (2012) le ha dado el nombre de “era de la singularidad”, que no es otra cosa que el advenimiento de una sociedad en la cual la fusión de vida biológica y tecnología será un fenómeno a gran escala. Pero dejemos eso para otro artículo.

Todo ello plantea a quienes nos ubicamos en el plano de las resistencias capitalistas, desafíos, tareas y debates. La explotación del hombre por el hombre no desaparecerá por el contrario adquirirá nuevas y terribles expresiones. Los y las revolucionarios, debemos como lo hizo Marx, desde lo concreto del presente anticipar el mañana con propuestas alternativas. (Artículo | En casay sin tocar a otros: coronavirus o reingeniería social a escala planetaria | Por: Luis Bonilla Molina | Lunes, 16/03/2020 9:52pm | ©Copyleft Aporrea.org | Diseño, código HTML5 y programación hecho a mano por nosotros usando herramientas de Software Libre | Tráfico certificado por Alexa.com | Fuente Web | https://www.aporrea.org/actualidad/a288155.html).

Estamos ante un nuevo cambio de paradigma implantado en el imaginario de la innovación, de los creadores de la cuarta revolución industrial. Y una de sus estrategias es implementar medidas de todo tipo, para ir logrando sus objetivos. Somos muchos millones de seres humanos en la población mundial, esto conlleva a dos escenarios: uno, o, contener a la humanidad a encerrarlas en sus casas a como dé lugar, utilizando la modalidad del “MIEDO”, con “virus” (Covid-19) y un sinfín de cosas más.  Y, dos, o, establecer “sacrificios necesarios” para erradicar la basta población, que se ve como una amenaza, utilizando la modalidad de la muerte de millones de personas, con “armas de destrucción masiva”. O, ambas, al mismo tiempo. No lo sabemos a ciencia cierta. Pero existen suficientes razones para creerlo o intuirlo.

No podemos cerrar desde la desesperanza total, ante esta realidad nueva de la innovación tecnológica del industrialismo. La historia nos ha mostrado que los imperios, reinos pasaron y que la vida evolucionó de miles de maneras sorprendentes, e inesperadas. El Espiritu de Vida, que da la Vida, y es la Vida siempre tendrá de alguna manera otras formas de alternativas que ni nos imaginamos. Dios no está muerto. Dios está vivo. Ese Dios o como cada quien lo crea, lo piense, o le dé el nombre que le quiera dar. Esa energía o misterio siempre presente nos mostrará sus actos salvíficos, o, salvantes, o, salvadora. Es el don de la vida quien nos cuida y nos guiará a todo lo bueno y amable en la más grande de todas las cosas, el amor, como la más grande de las energías del universo, según Albert Einstein, por ejemplo. Viva la vida.

En esto pensad

JAIRO OBREGÓN

19/03/2020

Maracaibo, Venezuela