Este interrogante pareciera haber salido de un absurdo de la inventiva o
de la imaginación del articulista. En todo caso, creo y espero, que sea para la
Reflexión y la Educación liberadora del pensamiento. Lo que pasa es que hemos
concebido la vida espiritual ajena de la realidad existente, una burbuja anquilosada
en concepciones de patrones culturales que se volvieron religiosos, olvidando
la verdadera religiosidad de ejercer una pastoral del cuidado de la naturaleza,
incluyéndonos como parte de esa naturaleza.
La semana
pasada compartimos sobre el Pentecostés y su fuerza de renovación para la vida,
cuando los discípulos de Jesús apesadumbrados por los miedos que generaron los
acontecimientos de su muerte y resurrección, se encontraron con esa energía que
se manifestó en viento y fuego, les otorgó un nuevo impulso de coraje y
determinación que el Espíritu les daba. Ellos salieron hablando con convicción
y audacia. Tenemos una poderosa arma y es la Palabra como Verbo de Vida.
Hoy
por hoy, necesitamos de un Pentecostés socio—ecológico que se manifieste de
manera natural, que articule la fuerza poderosa de la convicción de Dios, motivándonos
a sembrar conciencias plenas llenas de fe y esperanza en la renovación de la
vida. La palabra Pentecostés contiene una connotación natural con la siembra y
la cosecha, acción que denota tierra y semilla que se multiplican. Casi todo lo
que la Biblia habla tiene una figura natural que debemos resaltar y ponerla en
su debido contexto. Quizás, no se entienda de esta manera porque el enfoque es
totalmente opuesto por la configuración “antropocéntrica” que interpretó una
escritura totalmente ajena a todo lo creado. Ojalá este paradigma de que todo
fue hecho para nosotros cambie definitivamente. No somos los únicos, somos
parte, de las partes, es decir de lo creado.
“‘La
crisis ecológica y social tiene mucho que ver con la pérdida de religiosidad y
la sustitución de este sentimiento por su afán consumista con el consiguiente
derroche de recursos’, advierte a Efe Santiago Álvarez Cantalapiedra,
doctor en ciencias económicas y director de
Fuhem Ecosocial.
‘Vivimos
un tiempo que hasta lo sagrado se convierte en mercancía, con lo que el fin
último de la sociedad se reduce a algo tan espurio como la acumulación del
capital’, subraya el también director de la revista Papeles de relaciones
ecosociales y cambio global, cuyo último número, monográfico, recoge artículos de
diversos expertos sobre relaciones entre religión y ecologismo.
… ‘Sin
menospreciar al resto de los colaboradores, tengo especial cariño por el artículo
de Jon Sobrino, el único jesuita del grupo de Ignacio Ellacuria que no fue
asesinado por militares salvadoreños en 1989 ya que estaba de viaje en
Tailandia, puesto que recoge una idea fundamental del propio Ellacuria: si la
civilización no sirve para civilizar, hay que transformarla’, apunta.
En la
actualidad, Sobrino es doctor en teología por la Universidad de Franfurt,
director del Centro Monseñor Romero y profesor de la Universidad
Centroamericana de San Salvador.
El monográfico
recuerda que hoy existen unas 10.000 religiones y que cada cuatro de cada cinco
personas se autodefinen precisamente como ‘religiosas’ por lo que para bien o
para mal, la religión nunca ha abandonado el espacio público.
Entre sus aportes ‘valiosos’ considera que
puede ‘favorecer el surgimiento de visiones contra hegemónicas y ayudar
a desmitificar los ídolos que dominan la actualidad’, como el
materialismo y el dinero, ya que comportamientos actuales especialmente desde
el punto de vista medioambiental ‘están comprometiendo nuestro futuro y
hemos de reaccionar si queremos salvarnos, como cuando nos diagnostican una
enfermedad que nos obliga a cambiar los hábitos de vida.
Álvarez
Cantalapiedra insiste en que el problema es global por lo que ‘todos somos
responsables y afectados a la vez, aunque las responsabilidades no son iguales:
China por ejemplo es el gran generador de contaminación por número de
habitantes pero, porcentualmente, hay que señalar más bien a Estados Unidos’.
Por
ello, subraya que es ´cambiar de actitudes,
forjar otra manera de vivir, volver a los valores incluidos en las religiones
como por ejemplo una buena relación con la Naturaleza, cuidando de ella para
que ella cuide de nosotros’.
‘Es
absurdo pensar que vamos a estar mejor porque suba el PIB…, necesitamos otras
claves para evaluar el bienestar, más allá de la posesión de la riqueza’,
diagnostica, ‘como la calidad de las relaciones humanas en la comunidad
o el cuidado del entorno’.
En su
opinión, estos valores se deterioran a medida que la religión desaparece de la
vida de los ciudadanos y por eso es preciso recuperarla.
‘Un
concepto básico del Cristianismo, la religión que más nos toca culturalmente,
es la conversión…Pues bien, tenemos que conseguir una conversión ecológica’ para
cambiar el actual estado de cosas, puntualiza.
¿Sirven igual todas las religiones para una nueva y mejor visión de la
sociedad contemporánea? ‘Sí, valen
todas igual, aunque lo que no vale son todas las interpretaciones de cada una:
es preciso excluir las versiones fundamentalistas, porque frenan la toma de
conciencia de nuestro papel en el mundo’.
‘Las
actuales dificultades confieren a nuestros día a día un aire de fin de época,
casi de juicio final, como si camináramos sobre una superficie que se
resquebraja…, el mensaje es claro: o cambiamos, o pagamos las consecuencias’,
resume Álvarez Cantalapiedra. EFE.” [1]
JAIRO
OBREGÓN.
23/06/2014
San Francisco, Venezuela
[1] http://www.efeverde.com/blog/noticias/experto-dice-crisis-ecosocial-
tiene-mucho-que-ver-con-perdida-de-religiosidad/
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