El mundo acaba de recibir la noticia de “alto al
fuego en Gaza” después de la barbarie cometida por parte del poderío israelí
tras cincuenta días de bombardeo. La comunidad internacional observó como un
pueblo soportó el embate cruel y despiadado, sin muchas complicaciones por
parte de las potencias occidentales. La gran hazaña fue respaldada por un
silencio cómplice de los organismos competentes. Eso da vergüenza.
En esta nueva agresión, quien sale perdiendo
son las Naciones Unidas qué sirvió de mampara del atropello y el desgarre. A partir
de esta fecha no existe ninguna credibilidad por parte de esos organismos que
cobardemente dejaron al pueblo de Gaza morir bajo el fuego de la danza de la
muerte. No queda ninguna excusa.
Pareciera
qué, lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial en los Campos de Concentración a
la que fueron torturado los judíos por parte de la Alemania Nazi en Auschwitz
en esos horrorosos hornos. No sigo contando por la gigantesca matanza que en
Europa se perpetró con el pueblo de Abraham, Moisés, David y Jesús […]. Y que ahora
los palestinos estuvieran pagando los crímenes que no cometió para esa época
del siglo pasado. De verdad qué no lo sé.
Los diversos medios de comunicación en la tarde
de hoy -para cuando nos enteramos-, masificaron que el grupo islamista del
Hamas y Estado Israelí por medio de Egipto acordaron un “alto al fuego” de
manera inmediata y prolongada.
Nos solidarizamos
con los niños y niñas palestinos quienes sufrieron la severidad de las bombas
qué, una y otra vez, caían incesantemente sobre sus hogares viendo morir a sus
seres queridos, sin tener respuesta alguna
.
Lo que
sucedió en Gaza no fue una guerra como tal, eso fue una invasión premeditada. El
motivo siempre es el mismo, avanzar hasta llegar al mediterráneo y apoderarse de
los recursos naturales como el gas y el petróleo que se encuentra en estas
tierras palestinense. Lo diremos hasta el cansancio.
No más
guerras por petróleo, ni por el agua, ni por supremacía alguna. Respaldamos a Palestina por ser un pueblo que
vive bajo un cielo abierto su propio campo de concentración. Para nadie es un
secreto que este pueblo no tiene derecho ni a pescar en su propio mar, no tiene
derecho de diversión alguna, no tiene derecho a tener su propia casa porque se
las destruyen, no tiene derecho a tener un puesto estatus de miembro pleno en
las Naciones Unidas, no tiene derecho a vivir.
El Estado
Sionista se siente apoyado por los Estados Unidos y la Unión Europea que
aplauden y frotan sus manos para sacarle sus jugosas y apetecibles ganancias. Esto
sucede cuando ambas potencias tienen problemas económicos fiscales, producto
del neoliberalismo que defiende el libre mercado. Están hasta el cuello de una
gigantesca deuda y todo lo demás lo dejo a su imaginación.
El brote
de la guerra en Irak, la guerra en Siria y quien sabe más, pone al mundo a
pensar que nos están llevando a una gran conflagración mundial. Las sanciones a
Rusia y las provocaciones a China serian el no retorno de la humanidad. Esto sin
contar la urgencia ecológica y del cambio climático que agrava más el estado de
cosas que pasan por este mundo.
Por otro
lado, la solidaridad internacional se activó de manera casi inmediata al pueblo
de la Franja de Gaza. Venezuela envió ayuda de alimentos, medicinas y ropa
entre otras más en un avión de carga de su propia Fuerza Aérea, siendo
tramitada por el país de las pirámides, Egipto. Suramérica se solidarizó de
inmediato, el Mercosur, la Unasur como complemento integrador de este
subcontinente.
Damos gracias
a Dios por este alto al fuego. Pero el hecho de haber un alto al fuego, no
resuelve del todo el problema. Basta que uno de los dos den un retroceso o revés
para activar el odio de raza y de clases. Hace falta la verdadera solidaridad
mundial para darle respuesta colindante a los miles de problemas que deja una
guerra, sea del signo que sea.
Me duele
Palestina, como cualquier otro pueblo que no pueda defenderse de un ataque feroz.
Ayudemos todos a ese pueblo donde nació Jesús, con sus hermosos olivares, que los
dos hermanos al fin, se den las manos y entonen el canto de la Paz. Amén.
JAIRO
OBREGÓN
26/08/2014
Maracaibo, Venezuela
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