La comunidad de bienes está basada en el Libro
de los Hechos de los Apóstoles como una experiencia de la naciente
Comunidad mesiánica y cristiana en los capítulos
2 y 4 respectivamente. La conjunción de esta práctica donde todo era de todos,
cuando nadie era más que los demás, ni menos que nadie, es una expresión bíblica
histórica del pueblo hebreo en el desierto, bajo la Alianza del Sinaí que
encontramos como primeras lecturas articuladas.
La semana pasada estuvimos compartiendo un taller—seminario con relación
a la Iglesia como Comunidad de Bienes, en una Comunidad Cristiana de la Iglesia
Génesis de la localidad. Donde el grupo pudo interactuar y modelar por medio de
actividades de la enseñanza—aprendizaje lo significativo de ser parte de la
Comunidad de Bienes, es decir, que la Iglesia no es solamente una comunidad
espiritual – y lo es – sino una comunidad donde se dona y reparte al mismo
tiempo de manera equitativa. Para que a nadie le sobre, ni a nadie le falte.
“La comprensión teológico—pastoral de esta realidad de fe está fundada en
los textos del Nuevo Testamento que hablan de la comunión y de la comunidad,
especialmente en aquellos del Libro de los Hechos que describen la situación de
la comunidad y la práctica en este campo y aquellos otros de (San) Pablo que
aplican la teología de la comunión a la práctica del compartir los bienes.
En las descripciones sumarias de la primitiva comunidad, entre otros
gestos y expresiones de su comunión, Hechos nos habla también de la
comunicación de bienes en que se practicaba. Este <<comunismo religioso basado en el amor>> era consecuencia del amor cristiano, y tenía como
presupuesto indiscutido la voluntariedad y libertad del don y de la ayuda al necesitado.
En todo caso no hay que concebir esta experiencia a partir de categorías económicas
o de ordenamiento y reforma social prioritariamente. – Sin embargo, no podemos al mismo tiempo pasar por alto la injusta
condición social en que la iglesia estaba atravesando, aunque no se hacía dicha
comunicación sino por amor al prójimo –
Se
ha de entender en línea consecuente con la predicación de Jesús sobre la
confianza de la providencia del Padre (Mt. 6,25-34) y como lógica continuación
de la vida en común que Jesús ya estableció y realizó con sus discípulos (Lc.
8, 1-3; Jn 12, 4ss; 13, 29). El hecho que se considere algo extraordinario el
gesto de Bernabé (Hech. 4,36), y Ananías y Safira (Hech. 5, 1ss) demuestra que
la comunidad de bienes no era un fenómeno general en el modo palestinenses. Lucas
ha generalizado a partir de unos pocos casos particulares, pretende sólo
subrayar el amor que reinaba en la comunidad.
La
Koinonia de Hechos 2, 42 puede entenderse como un componente de la vida de
servicio al Señor, que exige igualmente participación <<en la enseñanza de los apóstoles, en la fracción del pan y
en la oración común>>. En los
textos de Hechos por Koinonia habría que entender <<comunión>> o
<<comunidad litúrgica>>. Este término que expresa una
realidad nueva y autónoma. Designa la <<unanimidad
y la concordia operadas por la acción del Espíritu>> (DTNT, s.v. solidaridad).
Los
Hechos de los apóstoles lo expresaron idealizando la situación de la primitiva
comunidad, <<partían el pan>>, <<todo lo tenían en común>>
(Hechos 2, 44), <<nadie llamaba suyo a sus bienes, sino que todo lo
tenían en común>> (4, 32),
etc. Y todo ello a favor de los más pobres. Lo que tenían en común lo repartían
<<según la necesidad de cada
uno>> (Hech. 2, 45). <<No había entre ellos ningún
necesitado, porque todos los que tenían campos o casas los vendían, y traían el
importe de la venta y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a
cada uno según sus necesidades>> (Hech.
4, 34-35). En el fondo de este material dice que no se puede tener una sola
alma, sino se comparten también los bienes.”[1]
¿Cuánta
falta hace que volvamos a ser verdaderos cristianos?
En esto pensad.
JAIRO OBREGÓN
FUNDACIÓN MISIONERA OBREGÓN
Twitter:
@obregonjairo
Facebook:
Fundaobregon Obregon
2013-05-02 horas: 1pm. San Francisco, Venezuela
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