Pasemos a hablar
esta semana de algunos aspectos que también nos acontecen en casi todo el
ámbito de la vida. El Conflicto en cualquier relación es casi inevitable en los
seres que se asocian, que se miran, y que se oyen. No importa la condición
socio económica en que se encuentren los seres humanos, siempre habrá un conflicto
de menor a mayor intensidad en dichas relaciones. Negar el conflicto, es negar
el contacto de quienes se comunican por cualquier vía posible. La fuerza de los
conflictos despiertan las pasiones mas encontradas que debemos saber
identificar con detenimiento, en un esfuerzo por buscar la/s mejor/s solución/s
posible.
La Unidad es la expresión más solidaria para mantenerse en pie frente a
los embates de la propia existencia. No se puede pensar en singular para salir
de la crisis, se necesita de un acercamiento estructurado para pensar en
plural. Las salidas unilaterales a veces resultan favorables, y hasta podrán
alcanzar un cierto ritmo de coexistencia. Sin embargo, somos seres que
necesitan del otro, o de la otra sucesivamente. La unidad entre pareja,
familia, iglesia, trabajo, estudio, es fundamental para alcanzar los fines
requeridos.
Paradójicamente, en cualquier tipo de común o comunidad, la unidad vista
desde una visión egoísta y clasista genera todo tipo de conflictos confrontados
y tensiones enfrentadas. Esto vale en cualquier lugar donde estén dos o tres
personas. En un mundo tan acelerado y convulsionado por las fuerzas opresoras
que rodean a la unidad, ésta se nutre de la participación de los unos de los
otros en el amor. La unidad aun con todos sus conflictos siempre será necesaria
para entrelazar los motivos del amor, la solidaridad y la hermandad sin
distingos de ninguna naturaleza. La unidad que estamos hablando debe estar
siempre en construcción con ecuanimidad y disposición concienzuda de todos y
todas.
La unidad no debe ser vista como un mero formalismo familiar, social o
religioso […]; forzado para satisfacer las apetencias personales que cada quien
manifieste. Es un constructo forjado de entre nosotros mismos, con toda esa carga
emotiva y espiritual que se muestra en la expresión misma del amor.
Relacionarse entre iguales debe ser más que una consigna, es un imperativo
actual y no debe ser postergado en el tiempo. Debemos perder el miedo a
relacionarnos en la unidad que satisfaga los propósitos que conlleve a esos designios.
Los momentos de crisis en la unidad no se hacen esperar. Tratar con
distintos caracteres, conceptos, vivencias y formalidades contrarrestan al
parecer esa envoltura catalogada. La crisis se hace sentir claramente, hasta
que tomamos una actitud de búsqueda de solución.
La iglesia o comunidad de fe y práctica es un modelo alternativo por su
capacidad de compartir entre todos los que confesamos el evangelio, el
evangelio que no despluma o condena, sino que libera y salva a todos; pero con
una opción a los que han sufrido las cargas opresoras que no se hablan. Esto
genera conflicto, desde luego que sí, dado que la mayoría de los conflictos son
por no identificar las causas intrínsecas del conflicto mismo. Es ahí donde la
unidad verdadera no es un uniforme o camisa de fuerza. Es pensar en que todos
necesitamos oírnos y vernos en un medio de respeto entorno a lo que somos.
Los diálogos constructivos favorecen las posibles soluciones de los
diferentes tipos de conflictos. La discusión de un asunto no debe ser vista con
pleitos y contiendas que en vez de dar soluciones, lo que hacen acrecentar el
conflicto. No debemos eludir el conflicto, se debe aludir el conflicto. El
apartarse o desligarse al conflicto lo estará amasando para un tiempo después.
El conflicto es un desafío que tarde o temprano debemos saber encarar. Cuando
no sabemos qué hacer con el conflicto, es cuando el conflicto se inserta y no
nos deja escapatoria. El conflicto es como la tormenta que no pidió el
campesino, manejando a su antojo el control del tiempo, perdiéndose su cosecha
casi totalmente, dado en la reflexión anterior.
En su Ensayo—libro, Introducción a la Unidad, Unidad Cristiana, el Dr.
Carmelo Álvarez versado escritor (a quien hemos pedido su autorización en
persona al respecto), esboza lo siguiente: “Reconocer
las fuerzas ideológicas, los
movimientos políticos y sociales e insertarse en las conflictividades que ello
conlleva atemoriza y por un rato inmoviliza”… “Es importante resaltar que en
tiempos de crisis hay oportunidades para avanzar, intentando tomar decisiones
acertadas. En un proceso de transición hacia la búsqueda de resoluciones. Por
esta razón, en medio de la crisis hace falta lucidez y capacidad de
discernimiento. En una situación crucial no podemos ser totalmente neutrales.
Hay un compromiso y riesgo de apertura a lo nuevo. En medio de los conflictos
hay que encontrar soluciones. El futuro que se aguarda con expectación y
esperanza se vislumbra en este presente precario y vacilante. En tiempos
críticos el análisis de la realidad y la reflexión teológica son atinados. Al
reconocer la crisis se asume para superarla”.
Jesús el Mesías dio un gran mensaje de unidad en medio aun del
conflicto. Su oración por la unidad descrita en Juan 17, es y sigue siendo un
llamado que no se puede pasar por alto o ignorarlo en el ámbito en que nos
encontremos. Su énfasis es de incluir, no de excluir; en el que todos seamos uno es el vínculo propio de
la unidad para superar el conflicto.
“…Para que todos sean uno…” Juan
17:21ª
En esto pensad.
JAIRO OBREGÓN
FUNDACIÓN MISIONERA OBREGÓN
Twitter:
@obregonjairo Facebook: Fundaobregon Obregon
2012-08-26
10pm. San Francisco,
Venezuela.
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