Leyendo un artículo sobre el estado de algunas
personas que le cuesta tanto curarse o sanarse, me llamó poderosamente la
atención de que la mayoría de esas personas “no quieren sanarse” o “no pueden
sanarse” debido a un estado psíquico de la “no renuncia” o la “no renovación”
de sus conceptos o premoniciones. La mayoría de la población mundial vive en
ese estado contemplativo no sabiendo qué hacer, ni tampoco cómo salir de sus encrucijadas.
Veamos.
“Un medico intuitivo tuvo una perspectiva
única sobre por qué las personas no se curan. Él solía pensar que todo el mundo
quería ser sanado. Y llegó a la conclusión de que ‘la sanación es poco
atractiva’.
Los impedimentos para la curación incluyen
renunciar a vivir en el pasado, dejar de ser víctimas, y el miedo al cambio. Dirigir
el pensamiento y la energía hacia el pasado desvía la fuerza vital de las células
y los órganos que necesitan esa energía para funcionar y sanar.
La curación requiere vivir en el presente,
recuperando la energía de los traumas y heridas del pasado. Dice que la única
razón para alimentar y mantener vivo al pasado es a causa de la amargura de lo
qué pasó.
Negarse a perdonar un evento o a una persona
del pasado produce fugas energéticas del cuerpo. El perdón sana esas
filtraciones. El perdón nada tiene que ver con no culpar a otros por las
heridas que causaron.
Tiene más que ver con ‘liberarnos de la
percepción de víctimas’.
Cuando podemos ver un acto doloroso como parte
del proceso de vida, como un mensaje o un desafío en lugar de una traición
personal, la energía vital fluye de vuelta a los circuitos de energía del
cuerpo físico.
Las personas no se curan porque no se han
liberado de la ilusión de ser víctima. Con demasiada frecuencia, la gente
obtiene poder con sus heridas porque ha encontrado que suscita el apoyo de otros.
Las heridas se convierten en un medio para manipular y controlar a los demás.
Generalmente, la recuperación requiere hacer
cambios de estilo de vida, medio ambiente, y relaciones. El cambio puede ser
aterrador.
Es fácil mantener un compás de espera, alegando
que uno no sabe qué hacer, pero rara vez es cierto. Cuando estamos en compás de
espera, es porque sabemos exactamente lo que debemos hacer, pero estamos
aterrorizados para actuar en consecuencia…
El cambio es alarmante, la espera da sensación
de seguridad, cuando la única manera de adquirir ese sentimiento de seguridad
es entrar en el torbellino de los cambios y salir por otro lado, sentirse vivo
otra vez.
La sanación requiere acción. Comer adecuadamente,
hacer ejercicio diario, tomar el medicamento adecuado, genera cambios saludables
en el físico.
Soltar el pasado, dejar puestos de trabajo
estresantes o relaciones inadecuadas, son acciones que sostienen la energía del
cuerpo.
Lo que apoya al uno apoya al otro, porque la energía
física y energética está inextricablemente unida.
Incluso al morir, al que todos nos
enfrentamos, puede convertirse en un acto de sanación de viejas heridas que son
liberadas resolviendo asuntos pendientes con los seres queridos” [1]
Puntualiza el artículo referido.
Es
compleja la naturaleza humana en todas sus dimensiones. El estado de cosas que
pasan repetidamente hace que no nos percatemos de las causas de una profunda
sanación. El estatus y el confort por un lado recrean un estado de espera que
calcina y nos sentimos “felices” al no renunciar al pasado, esa sensación de
que “todo” siga igual, teniendo miedo al presente, nos mantiene no sanos,
estresados, cansados, agobiados y un sinfín de cosas más.
La curación es posible si en verdad la
deseamos y luchamos para lograrlo. La batalla está en nuestras mentes. La gran mayoría
de las enfermedades son psicosomáticas, nacen en la mente, y se exterioriza en
el cuerpo.
Necesitamos valor para sanarnos en salud
primeramente, una buena actitud y constancia podremos perdonarnos y curarnos
saliendo del pasado, viviendo el presente, y en el presente construir el futuro…Con
la ayuda de Dios!
JAIRO
OBREGÓN.
10/08/2014
Maracaibo, Venezuela.
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