En esta Semana de Fiesta de
Pentecostés de todos los creyentes en el mundo, se transforma en motivación,
renovación e impulso en medio de todo y, por todo y, en todo. Es saber que
somos seres relacionales, de interconexiones y de que somos un todo, en todo.
No podemos seguir pensando de manera unilateral, en un mundo relacional o
diverso, confuso y plural. La fiesta de las semanas es un paso hacia adelante
en aprender que no podemos permanecer en el ostracismo, enclaustrado en viejos
esquemas y modelos anacrónicos. Ante la confusión y el caos, Pentecostés es:
unificar, diversificar y liberar a la humanidad de todo yugo desigual en las
personas y, los pueblos.
Desde, Babel a Pentecostés y
a los pentecosteses que necesitamos ayer, hoy, mañana y siempre como el
derramamiento del Espiritu de Dios. Pentecostés siempre nos recordará la continuación
del mensaje de Jesús quien fue y, es, el profeta del Reino de Dios a favor de
la humanidad completa de todas las razas y, aun, creencias o culturas, no como
una imposición, sino, como una unificación diversa en el respeto y
adaptabilidad a los que estamos llamados a derrocar: todo sectarismo, racismo,
irrespeto, irresponsabilidad que conlleva a los odios, malos deseos,
segregación, separación, muerte y, muchos males que dividen y mutilan a los
seres humanos diversos por su condición social, por su color de piel o, por la religión
o, región donde se viva.
“Cualquier gran ciudad de
nuestro mundo rememora ya el ambiente de la torre de Babel: pluralidad de
lenguas, pluralidad de culturas, de ideas, de estilos de vida y problemas
inmenso de tolerancia e incomprensión entre los que la habitan. ¿Cómo convivir
y entenderse quienes tienen tantas diferencias? La situación está volviéndose
especialmente problemática en los países desarrollados [como Norte América
siendo un país multicultural se cierra a lo multicultural, en muchos casos; o
Europa que siendo muy diversos no se entienden –así mismos- ni entienden a los demás,
en muchos casos], pero también en las grandes ciudades del mundo. Inmigrantes
del campo, del interior, de otras provincias o países que lo dejan todo para
buscar un trabajo, un hogar, un lugar donde recibir sustento y calidad de vida.
A la desesperada, con cada dia más los que abandonan su país para tocar a la
puerta de los países desarrollados [como los centroamericanos, caribeños y
suramericanos buscando el “sueño americano”], aunque para ello haya que surcar
mares tenebrosos en barcas desamparadas [las embarcaciones que llegan a Europa
de africanos y asiáticos muriendo en el mediterráneo, el mundo calla
impunemente]. Llegar a la otra orilla es la ilusión… Y cuando llegan, si es que
los dejan entrar, comienza un verdadero calvario hasta poder situarse un poco
al nivel de los que allí viven… [Venezuela, país caribeño, asediado
constantemente con sanciones, bloqueos y amenazas de invasiones por la corporatocracia
del país de la barras y las estrellas, salieron muchos connacionales a países “hermanos”,
producto de que le vendieron una mejor calidad de vida, al abrir los ojos
muchos de ellos, sufrieron el odio y, menos precio racista. Actualmente, se están
devolviendo hasta en “vuelos gratuitos” con el “plan vuelta a la Patria”, otros
hasta a pie, por ser explotados en esos países, esta es la cruda verdad. Este es
el único país que en medio de una pandemia (Covid-19) se regresan por cientos y
miles].
Nuestro mundo se ha
convertido ya en paradigma de la torre de Babel, palabra que significaba “puerta
de los dioses”. Así se denominaba la ciudad, símbolo de la humanidad,
precursora de cultura urbana. Una ciudad en torno a una torre, una lengua y un
proyecto: escalar al cielo [metrópolis, la antesala a los grandes edificios. Esas
culturas procuraban tener una obra majestuosa que impresionara a vecinos amigos
y enemigos, acoto], invadir el área de lo divino. El ser humano quiso ser como
Dios (ya antes lo había intentado en el paraíso a nivel de pareja, ahora a
nivel político) y se unió (-se uniformó-) para lograrlo.
Pero el proyecto se frustró:
aquel Dios, celoso desde los comienzos [no es el prototipo de Dios-Padre de Jesús,
el mundo de los yahvista del patriarcalismo, (racismo) muy iracundo, cruel,
vengativo, esa imagen se petrificó con el paso del tiempo. Si, Jesús cambió esa
imagen de crueldad, debemos concebir lo que Jesús concibió, un Padre
misericordioso] del progreso humano, confundió (en hebreo, balal) las lenguas y acabó para siempre
con la puerta de los dioses (Babel). Tal vez nunca existió aquel mundo uniformado
[los relatos del génesis de los primeros once capítulos son considerados más
como mitos de la tradición oral antigua, no son hechos históricos, son
narraciones simbólicas, concluyen los comentaristas]; quizás fue solo una
tentadora aspiración de poder humano. Después del castigo divino, las
diferentes lenguas fueron el mayor obstáculo para la convivencia, principio de
dispersión de ruptura humana. El autor de la narración babélica [un narrador
omnipotente de manera épica componía los comentarios] no pensó en la riqueza de
la pluralidad e interpretó el gesto divino como castigo. Pero hizo constar, ya
desde el principio, que Dios estaba por el pluralismo, diferenciando a los
habitantes del globo por la lengua dispersándolos [esta lectura antigua es de
origen semita. Estos no entendieron la pluralidad y pesaron por los demás con
acento impositivo, ahora esto no es antisemitismo].
Diez siglos después de
escribirse esta narración del libro de Génesis [Génesis 11, 1-6], leemos otra
en el de los Hechos de los Apóstoles [capitulo 2]. Tuvo lugar en el día de Pentecostés,
fiesta de la siega en la que los judíos recordaban el pacto de Dios con el
pueblo en el monte de Sinaí, ‘cincuenta días’ (=Pentecostés) después de la salida Egipto [Fiesta de Pentecostés:
Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas
después de la fiesta de los primeros frutos (Lev. 23 15-21; Dt. 169) siete
semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (=cincuenta) que
recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de
cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de
cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre
en el mes de judío de Siván, equivalente a nuestro mayo/junio. En su origen tenía
un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero
pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho
de la alianza y el don de la ley. En el marco de esta fiesta judía, el libro de
los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4).
A partir de este acontecimiento. Pentecostés se convierte también en fiesta
cristiana (Hch 20 16; 1 Cor 168). (Vocabulario Bíblico de la Biblia de
América). (Comisión Nacional de Pastoral Bíblica | Cortesía de la Iglesia de
Chile Iglesia.cl para la Biblioteca Católica Digital | Fiesta de Pentecostés |
Eduardo Cáceres Contreras | Instituto de Catequesis | MERCABÁ | Fuente Web | https://mercaba.org/FICHAS/Chile/que_es_pentecostes.htm).].
Estaban reunidos los
discípulos, también cincuenta días después de la Resurreccion (el éxodo de
Jesús al Padre) e iban a recoger el fruto de la siembra del Maestro: la venida
del Espíritu que se describe acompañada de sucesos, expresados como si se
tratara de fenómenos sensibles: ruido como de viento huracanado, lenguas como
de fuego que consume o acrisola, Espíritu (=ruah:
aire, aliento vital, respiración)
Santo (=hagios: no terreno, separado,
divino). Es el modo que elige Lucas para expresar lo inenarrable, irrupción de
un Espíritu que les libraría del miedo y del temor y que les haría hablar con
libertad para promulgar la buena noticia de la muerte y la resurreccion de
Jesús [“…Aun, en medio de todo, el Espiritu Santo de Dios está con nosotros, su
poder sana y libera en todo tiempo y lugar. En Pentecostés cobramos la
esperanza, la alegría de la vida, de la aproximación a lo bueno y, agradable.
Pentecostés, da valor y fuerza, renovadora que alienta y consuela. Así como en
un Shavuot o Pentecostés se entregó las Tablas de la Alianza de la Tora (Ley),
dada, por Moisés a los Hijos de Israel; así como en un Shavuot o Pentecostés se
derramó el Fuego del Espiritu de Dios a los discípulos de Jesús quienes estaban
atemorizados, el denuedo de valentía los hizo hablar de la maravillas de la
buena noticia que encarna Jesús de Nazaret. (Jairo Obregón | Artículo | Semana
de Pentecostés, Sanador y Liberador | miércoles 3 de junio de 2020 | Fuente Web
| http://obregonjairo212.blogspot.com/).].
Por eso recibido el
Espíritu, comienzan hablar lenguas diferentes. Algunos han querido indicar con
esta expresión que se trata de “ruidos extraños”; tal vez fue así
originalmente, al estilo de las reuniones de carismático [o grupos
pentecostales y/o de pentecostés). Pero Lucas dice “lenguas diferentes”. Así
como suena. Poco importa por lo demás averiguar en que consistió aquel fenómeno
para cuya explicación no contamos con más datos. Lo que sí importa es saber que
el movimiento de Jesús nace abierto a todo el mundo y a todos, ya que Dios no
quiere uniformidad [unilateralismo radical de destino manifiesto], sino la
pluralidad [multilateralismo respetuoso de destino compartido]; que no quiere
la confrontación sino el dialogo [no un monologo cerrado]; que ha comenzado una
nueva era en la que hay que proclamar que todos pueden ser hermanos [humanos],
no solo a pesar de, sino gracia a la diferencia [en el otro/a semejante nos
encontramos]; que ya es posible entenderse superando todo tipo de barreras
[raciales, culturales y socioeconómicas] que impiden la comunicación [dialogo,
entendimiento e igualdad].
Porque este Espíritu de Dios
no es Espíritu de monotonía o de uniformidad: es políglota, polifónico.
Espíritu de concertación (del latín “concertare”: debatir, discutir, componer,
pactar, acordar). Espíritu que pone acuerdo a gente que tiene punto de vista
distintos o modos de ser diferentes. El dia de Pentecostés, a más lenguas, no
vino, como en Babel, más confusión. “Cada uno los oía hablar en su propio
idioma de las maravillas de Dios”. Dios hacia el milagro de entenderse. Se
estrenó así la nueva Babel, la pretendida de Dios, lejos de las uniformidades
malsanas, un mundo plural, pero acorde. Ojala que reinventemos y no sigamos
levantando muros ni barreras entre ricos y pobres, entre países desarrollados y
en vía de desarrollo o ni siquiera eso [Jesús proclamó y enseñó el reino de
Dios, un reino lleno de misericordia sobre todo a los más necesitados como los
pobres, los excluidos, los odiados, los marginados (…). Un reino de iguales
entre iguales, de hermanos entre hermanos. Jesús incluye a todos y todas de
todas las culturas del mundo. Esta buena nueva no se supedita a un solo grupo o
pueblo en particular. Todos los necesitados de salud, de pan y de una vida
digna existen entre las naciones del mundo. En este Pentecostés renovemos la
esperanza puesta en Dios y en Jesús y su Evangelio del Reino de Dios y su
Justicia].
Y la venida del Espíritu
significó para aquel puñado de discípulos el fin del miedo y del temor. Las puertas
de la comunidad se abrieron. Nació una nueva comunidad humana, libre como el
viento, como fuego ardiente. No sin razón dice Pablo: “Donde hay Espíritu de
Dios hay libertad”, y donde hay libertad, autonomía (el ser humano -y su bien-
se hacen ley), y donde hay autonomía, se fomenta la pluralidad y la
individualidad, como camino de unidad, y resplandece la verdad, porque el Espíritu
es veraz y nos guará por el camino de la verdad, de la autenticidad, de la
vida, como dice Juan en su evangelio. Que venga un nuevo Pentecostés sobre
nuestro mundo –es nuestra oración- para acabar con esta ola de intolerancia e
intransigencia que nos invade por doquier”. (Servicios Koinonia | Semana 31 de
mayo al 6 de junio de 2020 – Ciclo A | Domingo 31 de mayo | Pentecostés | http://www.servicioskoinonia.org/biblico/200531.htm).
A partir, de este fuego
renovador y esperanzador que nos motiva a los valores con valentía frente a los
desafíos de la vida, de este constante caminar, de encuentros entre lo diverso
que complementa la vida y, encarna el compromiso de ser protagonistas de un
mundo mejor, más humano, más cálido y, más fraterno con el cuidado de la Casa
Comun la Tierra. En medio de una Pandemia (Covid-19) que azota al mundo entero
que se propaga con brotes y rebrotes constantemente, causando muertes por
decenas, centenas, y cientos de miles que mueren por esta plaga que algunos
piensan que es por la mano del hombre o de la naturaleza, no lo sabemos. Pedimos
a Dios en la fuerza del fuego del Pentecostés que nos sane, nos libre, nos
guarde y proteja de esta Pandemia, en el Nombre de Jesús. Pentecostés es el
impulso de lo nuevo que vamos construyendo como reino de Dios, que proclamó Jesús
de Nazaret y que ese Espíritu liberador nos llene de ese fuego, hoy, mañana y
siempre.
En esto pensad
JAIRO OBREGÓN
06/06/2020
Maracaibo, Venezuela